Análisis de la Wii Mini
Digital Foundry destripa la última revisión de Nintendo.
Ya casi es Navidad, una época del año que se asocia con felicidad, alegría y espíritu de generosidad. Disponible de momento sólo en Canadá, uno podría llegar a considerar la Wii Mini como un festivo regalo de Nintendo - una consola completa por tan sólo 99 dólares, algo menos de 80€. Pero desgraciadamente detrás de su atractivo precio hay una consola que supone más bien el regalo del Grinch: es una versión salvajemente reducida del hardware original que únicamente podemos recomendar a unos pocos usuarios que apenas se pueden considerar como jugadores.
Aclarado eso, podemos imaginar que ese es precisamente el público que Nintendo tiene en mente con esta nueva revisión. Al tenerla en tus manos ves una consola diseñada con la durabilidad en mente: el plástico es duro al tacto con un acabado mate que no atrae las rayaduras, con el aspecto de un ladrillo de hardware a prueba de niños pequeños. Es una impresión que se agudiza por el color escogido por nintendo - negro brillante sobre gris/negro - que le da el aspecto de ser "la primera consola para tu hijo".
En la caja encuentras todo lo necesario para ponerte en marcha: la tradicional barra de sensores, el adaptador de corriente, el cable AV y un brillante Wiimote Plus (con una funda de goma del mismo color) con su correspondiente nunchuk. Aparte de las instrucciones es todo lo que incluye el paquete, pero es todo lo que necesitas para disfrutar de la mayoría de juegos disponibles. Es también compatible con accesorios como la Balance Board, pero más allá de eso cualquier usuario medianamente serio se frustrará ante la falta de funciones y capacidad de ampliación de este nuevo hardware.
Por supuesto, conocemos sus omisiones: el lector DVD de carga frontal desaparece para dejar paso a uno con tapa manual, y los puertos que de GameCube que tenía la Wii original desaparecen, y junto con el la posibilidad de usar los juegos de dicha consola en el nuevo dispositivo (pese a que el lector óptico los podría leer sin problemas). Nos quejaríamos por la falta de compatibilidad con el brillante pad de GameCube para los juegos de la Consola Virtual, pero la Wii Mini no tiene ni Consola Virtual ni WiiWare debido a que se ha eliminado el hardware Wi-Fi. Nintendo argumenta que no puede recuperar el coste de la placa con las ventas de la eShop, así que ha decidido eliminarla para poder alcanzar el precio de 99 dólares canadienses. Los recortes, sin embargo, van más lejos.
"Las primeras impresiones no son del todo malas: la consola es un poco tosca, pero en el paquete viene todo lo que necesitas y el mando luce estupendamente."
Teníamos la esperanza de poder acceder a internet usando el propio adaptador Ethernet basado en USB de Nintendo (la nueva consola mantiene uno de estos puertos USB), pero sorprendentemente ni siquiera esto funciona, con lo cual la compañía japonesa no sólo ha eliminado deliberadamente el hardware Wi-Fi, sino cualquier opción para acceder a internet. Para confirmarlo tan sólo hay que echar un vistazo a las opciones de sistema, donde vemos que se ha eliminado la configuración de internet del front-end. Aparte de eliminar el acceso a juegos retro, juegos descargables y DLC (tampoco tiene slot SD), esto significa que el juego online brilla por su ausencia, por no mencionar el streaming de vídeo. Lo curioso es que se mantiene el menú de canales de Wii, pero esas cajas presumiblemente se quedarán vacías para siempre.
No creas que hemos terminado: aún hay más recortes. Desde la época de GameCube el hardware de Nintendo ha sido compatible con la salida analógica por componentes con una opción de 480p con scan progresivo. Por razones que escapan a nuestra comprensión Nintendo no ha quitado la opción 480p del software... pero sí ha eliminado cualquier tipo de compatibilidad con el cable por componentes. Afortunadamente las salidas AV RCA estándar se están convirtiendo rápidamente en reliquias de la pasada década (por no decir del siglo pasado), pero con la Wii Mini vuelven para ofrecer una calidad de imagen que dista mucho de ser óptima.
Hace un par de días examinamos la eficiencia energética de Wii U y la comparamos con la de Xbox 360 y PlayStation. Una de las cosas que vimos fue como la consola de Sony había rebajado los 200w del modelo de lanzamiento hasta los 70w de la última revisión "Super Slim", gracias a la reducción del tamaño del procesador. Hemos decidido hacer pruebas similares con Wii, comparando el modelo original con la nueva Wii Mini (ambas modelos NTSC).
La máquina original de 2006 tenía una CPU y una GPU de 90nm, y hemos escuchado rumores acerca de que Nintendo ha rebajado ese proceso de fabricación a 55nm y 40nm con el paso del tiempo. Sin embargo, el hardware de lanzamiento ya era bastante eficiente - con un consumo que apenas llega a los 18w cuando jugamos a Metroid Prime 3: Corruption. Al jugar al mismo juego en la Wii Mini vemos una reducción significativa en el consumo, que baja hasta los 13w. Para aquellos interesados, la Mini viene con un adaptador de 12v y 3,7a - como la del modelo original -, así que puede utilizar la fuente de alimentación PAL con el hardware importado de Canadá.
"Al comparar la Wii Mini con la Wii original te das cuenta de que realmente el nuevo modelo no es mucho más pequeño... y que para muchos es bastante más feo."
Así que lo que tenemos es una versión mutilada de una consola de hace seis años que ofrece una funcionalidad básica y nada más. Sin embargo lo más sorprendente de todo es el nuevo formato 'Mini' de la consola. La triste realidad es que el nuevo modelo no es mucho más pequeño que el original, hasta el punto de que llamar a la máquina "Wii Mini" parece una exageración. Es un poco más corta y ligera que la máquina de lanzamiento, pero igual de gruesa. La reducción no hace que sea mucho más atractiva para el salón, y de hecho el brillante color rojo del plástico hace que destaque más que el neutro color blanco o negro del modelo ya existente.
Huelga decir que éste ha sido uno de los análisis de hardware más decepcionantes a los que nos hemos enfrentado. La Wii Mini no es sólo un mal producto, es también uno muy poco interesante con el que nos aburrimos apenas una hora después de sacarlo de la caja, así que decidimos entretenernos examinando sus entrañas. Desde luego no tenemos la habilidad de los chicos de iFixit para despiezarla, pero por suerte no la necesitamos: cualquier niño con un destornillador Phillips podría abrir esta consola. La carcasa de la Wii Mini se compone principalmente de dos piezas de plástico - la tapa de la unidad de disco y una parte inferior con el lector óptico y la placa madre. Todo esto se une con tan sólo cuatro pequeños tornillos, dos que están expuestos y dos que quedan ocultos bajo unas patitas de goma.
Dentro encontramos cuatro capas: el ensamblaje del lector óptico, una placa de plástico a la que se atornilla el lector y una cobertura de metal que ejerce como disipador. La Wii Mini utiliza poquísima energía, y por eso disipa poco calor, hasta el extremo de no necesitar casi refrigeración - el ventilador de la parte trasera es pequeñísimo y hace menos ruido que el propio lector. Al quitar unos tornillos más descubrimos la última capa - la placa madre - donde están la CPU y la GPU (el más grande de los dos chips escondidos bajo el disipador de metal) ocultas bajo un manchurrón de pasta térmica. Desmontar la Wii Mini y fotografiar el proceso fue un ejercicio que requiere poco esfuerzo, y tras el cual ya no nos quedaba ningún interés por este pobre hardware.
"Sin internet ni compatibilidad con GameCube, salida analógica por componentes o 480p, la Wii Mini es una consola tan capada que resulta imposible recomendarla a cualquier jugador mínimamente serio."
Nintendo Wii Mini: el veredicto de Digital Foundry
Normalmente las revisiones slim de una consola reciben una buena acogida por la mayoría de jugadores: el nuevo hardware suele ser más barato, más bonito y a veces incluso más refinado que sus predecesores, y pocas veces se eliminan funciones de él. Normalmente siempre hay algo de interés para todo el mundo en una de estas actualizaciones.
Por desgracia, la triste realidad es que la Wii Mini decepciona en todos los niveles. No es una máquina particularmente bonita, la funcionalidad se ha visto reducida a lo mínimo y quizás lo peor de todo es que es un producto que se vende como más pequeño a pesar de que su tamaño no es mucho menor que el del hardware original. Lo que queda es una consola diseñada para niños pequeños, con un precio barato que permita calificarla como juguete.
Hay que reconocer que es una propuesta económica, pero aún así sorprende que Nintendo haya saboteado su propio producto alejándolo de un gran espectro de jugadores. Una cosa es quitar la conectividad Wi-Fi, pero eliminar la compatibilidad con el adaptador Ethernet por USB de la propia compañía es otra. Y no sólo eso: eliminar de forma deliberada la compatibilidad con 480p y el cable por componentes es directamente contraproducente.
Nunca nos hemos creído la explicación de Nintendo de que la Wii Mini será exclusiva para Canadá; estas revisiones de consola no son baratas y la compañía japonesa acabará lanzándola en otros territorios cuando llegue el momento adecuado. Pero tras pasar un rato probando la Mini debo reconocer que me alegraría si Nintendo decide no sacarla en ningún otro país: la Wii original es bastante fiable y recomendamos a cualquiera interesado en una Wii hacerse con el modelo antiguo (o el RVL-101) antes que esta fea y limitadísima revisión.
Traducción por Josep Maria Sempere.