Probamos la retrocompatibilidad de BioShock 1 y 2 en Xbox One
Ni dioses, ni reyes. Sólo 60FPS.
La retrocompatibilidad en Xbox One fue probablemente uno de los logros tecnológicos más impresionantes del año pasado en el mundo de las consolas, una máquina virtual que, de forma casi milagrosa, permitía jugar a los viejos títulos de Xbox 360 en la última máquina de Microsoft. La compañía de Redmond ha seguido mejorando esta característica en los últimos doce meses, hasta el punto que bien podría considerarse también uno de los mayores logros técnicos de 2016. Hemos enseñado en varias ocasiones como la actual consola de Microsoft es capaz de mover muchos juegos de Xbox 360 de forma más fluida que el hardware original, pero el añadido hace unos días de la trilogía BioShock a la lista de títulos retrocompatibles demuestra hasta qué punto pueden llegar a mejorar.
¿Qué tienen de especial las distintas entregas de la saga BioShock? Es sencillo. La gran mayoría de juegos para consola operan con un bloqueo de frame-rate, habitualmente a 30FPS. En esta situación la retrocompatibilidad de Xbox One solo puede mover el juego con un rendimiento más estable, manteniendo esos 30FPS con mayor frecuencia. Pero los BioShock de 2K Games son diferentes: en el menú de opciones se esconde un selector que permite desbloquear el frame-rate. Al activarlo no solo se elimina el límite de 30FPS, sino también la sincronización vertical, y la consola produce, literalmente, tantos frames como sea capaz el hardware.
Una de las características de la máquina virtual que permite la retrocompatibilidad en Xbox One es que elimina el tearing, con lo cual en los BioShock se nos presenta una oportunidad fascinante. Desde un punto de vista jugable permite obtener una experiencia totalmente libre de tearing, pero además podemos hacernos una idea de hasta qué punto la nueva consola puede mover más rápido los viejos juegos de Xbox 360. Al fin y al cabo, si el frame-rate está desbloqueado en el hardware original también lo estará en Xbox One (limitado únicamente por el tope de 60FPS que impone la sincronización vertical). Y, como veréis más adelante, los resultados son brillantes; desactiva el bloqueo de frame-rate del BioShock original y la mejora de rendimiento en Xbox One es explosiva, pasando a funcionar a 60FPS estables la mayor parte del tiempo, sin ningún tipo de tearing (algo que jamás ocurría con el hardware original de Xbox 360).
Hay ciertas áreas que en las pruebas demuestran la cantidad de rendimiento adicional que aporta la GPU de Xbox One. En el descenso inicial a Rapture del primer BioShock, la secuencia cinemática se mueve perfecta en la consola de actual generación, a 60FPS estables como una roca. En el hardware original, sin embargo, el frame-rate fluctuaba de forma constante, con caídas hasta los 36FPS. Hay que tener en cuenta, además, que la sincronización vertical de Xbox One bloquea el rendimiento a un máximo de 60FPS, con lo cual es más que probable que en caso de desactivarse el v-sync, como se podía hacer en Xbox 360, el frame-rate sería aún mayor.
Con títulos como BioShock o Call of Duty 2 la retrocompatibilidad no solo nos permite jugar a títulos de Xbox 360 en Xbox One, sino que además lo hacemos con una mejora que es casi como de la noche al día. Sin embargo, aún siendo un logro técnico impresionante no es perfecto, y en las escenas más exigentes el frame-rate puede caer de forma esporádica hasta los 45FPS. En este sentido las fluctuaciones de rendimiento recuerdan a las que podían verse en la Definitive Edition de Tomb Raider para PlayStation 4.
En BioShock 2, pese a haber claros beneficios al mover el juego en Xbox One con el frame-rate desbloqueado, el rendimiento general es inferior y las fluctuaciones de rendimiento pueden llegar a ser dramáticas. En zonas más intensivas el impacto es mayor, lo cual sugiere que quizás la CPU no sea lo suficientemente rápida y ejerza como cuello de botella en este tipo de escenarios. Siendo sinceros, y para que veáis hasta qué punto son importantes las caídas de frame-rate, creemos que BioShock 2 se juega mejor con el bloqueo a 30FPS.
No tenemos a mano una copia del BioShock Infinite de Xbox 360 para hacer pruebas como con los dos primeros, pero es algo que solventaremos al volver de vacaciones el año que viene. De hecho, también volveremos a probar juegos que ya eran retrocompatibles, como los Gears of Wars o Halo Reach, porque Microsoft ha escuchado las quejas de los usuarios acerca de su pobre rendimiento y ha actualizado estos títulos para utilizar la nueva -y más potente- implementación de la máquina virtual.
En cualquier caso, parece claro que Microsoft ha logrado solucionar los problemas de rendimiento de la CPU en los títulos retrocompatibles, y al sumar la potencia extra de la GPU de Xbox One una característica que ya era tecnológicamente brillante es ahora aún mejor. Con esta evolución en mente será interesante, por lo tanto, ver qué aportará la futura Project Scorpio en la ecuación de la retrocompatibilidad de Xbox 360 y Xbox One.
Traducción por Josep Maria Sempere.