Jugamos a varios juegos modernos en un monitor CRT... y los resultados son fenomenales
Mejores que en cualquier LCD, en nuestra opinión.
Es cierto: jugar a juegos modernos en un viejo monitor CRT ofrece resultados realmente fantásticos, subjetivamente superiores a los que obtendríamos con cualquier monitor de la era LCD, incluyendo los paneles OLED más modernos. Especialmente apropiada para los jugadores de PC, conseguir una configuración CRT óptima no es una tarea sencilla, con precios que varían de forma dramática, pero los resultados pueden ser fenomenales.
Las ventajas de la tecnología CRT respecto a los modernos paneles planos son más que conocidas. Los CRTs no operan con una matriz fija de pixeles como sí lo hace un LCD, y en su lugar tres rayos de luz se emiten directamente al tubo. Esto implica que no haya el efecto borroso del reescalado y que no tengan una resolución nativa específica. Con resoluciones bajas se notan más las scanlines, pero lo cierto s que incluso con resoluciones como 1024x768 o 1280x960 los juegos se ven genial. Evidentemente los monitores CRT de gama alta aceptan resoluciones más altas, pero lo importante aquí es que librarse de la resolución nativa cambia totalmente la situación. ¿Por qué malgastar tantos recursos de la GPU en la cantidad de pixeles dibujados cuando puedes concentrarte en la calidad sin preocuparte del emborronado que produce el reescalado?
La segunda ventaja es la resolución del movimiento. Todas las tecnologías LCD usan una técnica conocida como 'sample and hold', cuyos resultados al renderizar movimiento son de una resolución significativamente menor a las imágenes estáticas. ¿Alguna vez te has fijado como el movimiento de un lado a otro de la cámara en un partido de fútbol visto en una LCD hace que la imagen sea más borrosa que una cámara estática? Ese es un ejemplo clásico de una pobre resolución de movimiento, algo que nunca se produce en un CRT. La gestión del movimiento en un CRT está a otro nivel respecto a las tecnologías modernas porque cada frame se renderiza de forma idéntica, hasta el punto que incluso una presentación a 768p puede ofrecer más detalle en movimiento que una LCD 4K.
Y luego está el lag, o mejor dicho, la ausencia total del mismo. Las imágenes se transmiten directamente a la pantalla a la velocidad de la luz, con lo cual el retraso es inexistente. Incluso si lo comparas con un panel LCD de 240Hz, la respuesta típica del ratón se nota diferente, más rápida. Las ventajas a nivel de respuesta - especialmente en un mecanismo de entrada tan preciso como el ratón - no necesitan explicación.
En términos generales hay la sensación de que los juegos y el hardware crecen con la tecnología CRT. Los gráficos son cada vez más realistas, y hay algo en la presentación de un CRT que enfatiza todavía más ese realismo. El aliasing, por ejemplo, es muchísimo menos problemático que en un LCD con una cuadrícula fija de pixeles. En segundo lugar, el hardware de PC ha evolucionado hasta el punto que usar tasas de refresco superiores a 60Hz es relativamente sencillo, y muchos monitores CRT pueden funcionar a frecuencias más altas, hasta 160Hz o más, dependiendo del modelo y la resolución. Todo esto es bastante bueno para una tecnología que se convirtió en obsoleta cuando cambiamos de milenio.
Y con ello empiezan a aparecer los aspectos negativos de jugar con un CRT. La tecnología está desfasada y esto produce algunos defectos. El más evidente es el formato: los monitores CRT son grandes, voluminosos y pesan una barbaridad. Me compré el que generalmente se considera como uno de los mejores CRT jamás fabricados: el Sony Trinitron FW900, de 24 pulgadas y formato 16:10. Como podéis ver en el vídeo, la calidad de imagen que ofrece es enorme, pero también lo que ocupa el monitor. Pesa 42 kilos y con un tamaño de 600x550mm también exige bastante espacio en casa.
Luego está el problema de las entradas. Los monitores usan VGA, DVI-I o RGB BNC por componentes, y la tarjeta gráfica más moderna que soporta estas entradas es la GTX 980 Ti o la Titan X Maxwell. Afortunadamente existen convertidores de HDMI, USB-C y DisplayPort a VGA, pero pasarás un montón de tiempo buscando por internet la configuración correcta si pretendes ir más allá de 1920x1200 a 60Hz. Hay pocos monitores CRT panorámicos, e incluso el Sony FW900 tiene un ratio de aspecto 16:10, lo cual hace que no se el más apropiado para jugar con consolas - y los monitores 4:3, todavía menos. Sí, puedes jugar a tus consolas en un CRT, pero creo que por muchas razones es algo mucho más apropiado si juegas con un PC.
Finalmente está el tema del coste, así como la calidad de la pantalla que consigas comprar. El FW900 es un monitor legendario con un alto precio a la altura de su fama. Sin embargo, el Sony Trinitron G400 4:3 de 19 pulgadas que compró nuestro compañero John Linneman le costó tan solo diez euros, y también ofrece resultados estupendos. Lo que es común tanto para John como para mi es que los monitores no estaban en las mejores condiciones cuando los compramos de segunda mano, algo esperable siendo artículos con más de veinte años a sus espaldas. También hay que tener en cuenta que los monitores se fabrican con cristal y que el reflejo puede ser problemático. Para grabar el vídeo que acompaña este artículo tuve que filmar de noche para que los reflejos en la pantalla no supusiesen un problema.
Hay unas cuantas pegas, desde luego, pero los resultados cuando juegas con muy satisfactorios. Los juegos modernos pueden verse de forma sensacional en un CRT, con las ventajas de un alto refresco y la posibilidad de poner el detalle al máximo al no tener que preocuparte tanto por la resolución como factor fundamental en la calidad de imagen. Las LCDs premium actuales están intentando recuperar los grandes beneficios que ofrecían los CRT de antaño - baja latencia, alto refresco y poco input lag - pero, por buenas que sean, creemos que ahora mismo ni siquiera la mejor LCD del mercado es capaz de superar a un buen monitor de tubo a la hora de jugar con tu PC.
Traducción por Josep Maria Sempere.