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Prey y Dishonored en Xbox Series X/S: FPS Boost es mucho más que 60FPS

Ahora se juegan mejor y la reducción en los tiempos de carga es transformadora.

Como parte de su celebración por la compra de Bethesda, la segunda oleada publicada por Microsoft con juegos con FPS Boost para las consolas Xbox Series incluye algunas mejoras sustanciales para títulos clásicos de la compañía americana. Juegos tan conocidos como Skyrim, Fallout 4 o Fallout 76 pasarán por el banco de pruebas de Digital Foundry más adelante, pero para empezar hemos querido revisitar dos títulos de Arkane Studios, Dishonored Definitive Edition y Prey. Ambos son juegos brillantes, pero no funcionaban de forma óptima en su encarnación original para consola. FPS Boost mejora los dos de forma dramática, y lo que resulta más fascinante es que no solo duplicar el frame-rate resulta clave a la hora de mejorar la experiencia. FPS Boost, de hecho, va más allá de lo que esperarías, hasta el punto que, con Prey en particular, casi parece que nos adentremos en un territorio más propio de una remasterización.

Empecemos con Prey, uno de mis juegos favoritos de 2017, pero también uno que no llegué a jugar entero en las consolas de anterior generación. Una mezcla de problemas de rendimiento, defectos en el input lag y largos tiempos de carga suponían un escollo bastante importante, y ¿para qué sufrir todo eso si podías jugar a una versión de PC que era mucho mejor?

Primero, unos datos básicos. Prey funciona a 900p en Xbox One S, con la resolución aumentando hasta 1440p si juegas en Xbox One X (donde también se amplía la distancia de dibujado y se mejoran los reflejos). Estas resoluciones se mantienen en Xbox Series S y Xbox Series X, respectivamente, pero con FPS Boost activado todos los problemas de rendimiento desaparecen y ambas máquinas de nueva generación ofrecen sesenta frames por segundo, con apenas algún pequeño tirón ocasional. Sin embargo, la mejora de rendimiento es solo una parte de la ecuación, porque hay una mejora similar en el input lag, solventando uno de los mayores defectos que presentaba la versión para la anterior generación.

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¿Y qué hay de los tiempos de carga? Una espera de un minuto y quince segundos en Xbox One S se reduce a tan solo trece segundos en las Xbox Series. Prey es un juego con un gran componente de exploración, especialmente en el tramo final, donde moverse por el mapa es tan frecuente como esencial. Lo que resultaba molesto y casi inaceptable en Xbox One es ahora muchísimo mejor. FPS Boost hace que el juego cambie como de la noche al día, haciendo que sea una experiencia mucho más cercana a la de PC. Prey está ya disponible en Xbox Game Pass, así que huelga decir que si has comprado una nueva Xbox y no lo has jugado, te recomiendo encarecidamente que lo hagas. La única pega es que en Series S sigue funcionando con la resolución de 900p de la Xbox One S estándar, cuando está claro que la consola podría hacer mucho más, pero aún así la mejora respecto a la anterior generación sigue siendo espectacular.

También he querido probar Dishonored Definitive Edition, el cual vimos por primera vez en 2015 y resultó, siendo sinceros, decepcionante. Publicado originalmente en los últimos compases de la época de Xbox 360 y PlayStation 3, una versión a 60FPS para PlayStation 4 y Xbox One parecía inevitable, teniendo en cuenta lo ligeros que son los requisitos de la versión para PC, pero no fue el caso y el port era sorprendentemente pobre. Hay algunos problemas que se mantienen al jugar en las consolas Xbox Series, pero la mejora es enorme y, una vez más, no se limita solo al frame-rate. Sí, sesenta frames por segundo es el objetivo, pero curiosamente ni siquiera Xbox Series X consigue estabilizarse en dicha cifra. Los elementos de la interfaz que aparecen en la pantalla causan algunos tirones, pero independientemente de eso queda una sensación de que algo no está del todo bien.

La mejora, en cualquier caso, sigue siendo muy grande juegues en Series X o en Series S, pero lo que realmente ha llamado mi atención es la gigantesca mejora en los tiempos de carga. En mis pruebas las esperas se han reducido a apenas un par de segundos, lo cual es un cambio como de la noche al día. Cómo ha logrado esto el equipo de retrocompatibilidad de Xbox está por ver, pero es fácilmente la mayor mejora que he visto en tiempos de carga, y no me sorprendería que los datos clave se almacenen en caché en la memoria para facilitar la masiva reducción en los tiempos de carga. Una vez más, el cambio es transformador; Dishonored es un juego que se basa en experimentar, en retar a su impresionante IA. Esto implica muchas muertes y pantallas de carga, un proceso que resultaba una tortura en las consolas de anterior generación y que aquí no supone el más mínimo problema gracias a FPS Boost. Más allá de los tirones en el rendimiento, el único problema real es la falta de soporte para Xbox One X, lo cual significa que tanto Series S como Series X funcionan a la resolución original de 1080p. Aún así, el juego es fabuloso, está en Xbox Game Pass y merece la pena jugarlo.

Pero claramente lo que extraemos de aquí es que FPS Boost es realmente más que simplemente duplicar el rendimiento. La reducción del input lag es un efecto directo de la mejora de frame-rate, pero la sensación es que el equipo de retrocompatibilidad de Xbox está haciendo mucho más por reducir los tiempos de carga de lo que cabría esperar. Y teniendo en cuenta lo mucho que suponían las limitaciones de velocidad del almacenamiento en juegos como los Fallout, será interesante ver qué tal funcionan con FPS Boost activado. Lo comprobaremos pronto, pero de momento, aquí y ahora, lo que tenemos son dos juegos fantásticos de Arkane que se sienten renovados y frescos, y los cuales recomendamos muchísimo.

Traducción por Josep Maria Sempere.

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