Disaster: Day of Crisis
Acción fragmentada y épica americana destilada en Japón.
Disaster llega en un momento de reflexión en el seno de Nintendo: tras uno de sus mejores años en términos económicos, tanto Wii como NDS han sufrido serios vacíos en sus respectivos catálogos, probablemente más por una cuestión de mala gestión y retrasos que por falta de ideas.
En una recta final con algún que otro título de interés pero sin ningún comúnmente denominado “Must have”, Disaster adquiere una relevancia especial: Primero, por ser uno de los primeros títulos que se “benefician” de la nueva política de ultra-secretismo de Nintendo, donde prácticamente se desconoce cualquier dato sobre sus productos a escasas semanas de lanzamiento. Segundo, por arriesgarse, al fin, a acercar las posibilidades de Wii a un entorno más realista, en una tónica diferente a la habitual en la plataforma y, por último, por ser uno de los pocos clavos a los que agarrarse en 2008.
Disaster es un producto curioso en cuanto a referencias culturales, probablemente de forma involuntaria. Se trata del primer juego de Monolith (Baten Kaitos, Xenogears) en Wii, tras ser adquiridos por Nintendo. A su vez abandonan su género predilecto (RPG…bueno a medias) a favor de un juego de acción (también a medias).
Lo realmente divertido concierne a la acción, ambientación y las diversas situaciones. Grosso modo, Disaster narra un conflicto político (con amenazas terroristas y nucleares de fondo) junto a las continuas adversidades que sufre un héroe (al más puro estilo Die Hard, pero aderezado con la grandilocuencia y salidas de tono clásicas de oriente, con terremotos, volcanes, trágicas muertes y tendencia al drama).
Las incongruencias, continuas. Desde encontrarnos hamburguesas gigantes en medio de un volcán en erupción (las licencias son una constante, hasta llegar a utilizar con suculenta ironía la iconicidad propia del videojuego) a un medidor de intoxicación pulmonar. Disaster es una refinada mezcla de humor y micro transacciones jugables; esa es quizás su mayor virtud y a su vez principal defecto.