Disgaea 3: Absence of Justice
Haciendo de la parodia un arte.
Nippon Ichi es una compañía de la que se puede decir que ha convertido el sarcasmo y la ironía en un modo de hacer juegos, no hay más que ver los estrambóticos argumentos de sus títulos (muy especialmente la saga que nos ocupa). Pero no se queda ahí, llevando a la propia jugabilidad su sentido del humor, con un juego que no debe ser tomado en serio al 100 % bajo riesgo de perder nuestra vida social hasta el mismísimo día del Juicio Final. Mejor no me adelanto, pero los seguidores de Disgaea ya sabrán a qué me refiero.
Mao es el mejor estudiante de todo Netherworld (el inframundo enmarcado en el mismo universo que las anteriores entregas), gracias a su imbatible cifra de ni una sola asistencia a clase – allí lo malo es lo bueno y viceversa. Sin embargo, no es completamente feliz. En un acto supremo de metahumor, descubrimos que su padre, el mismísimo Overlord, le aplastó su Slystation ® Portable con una partida de 4 millones de horas donde sólo le quedaba vencer al jefe final, al nivel 9999. Sobran las palabras, ¿no? Como venganza, pretende eliminarle, y tras un intenso estudio (a base de animes, mangas y videojuegos) llega a la conclusión de que necesita convertirse en un héroe, y utilizar cosas como “el poder del amor” en su beneficio. Así que no duda en convertir a uno de ellos, Almaz, en su esclavo. Evidentemente, no todo será tan fácil como lo pintan…
La compañía nipona encargada del título es sin duda una referencia en el género del Tactic-RPG. Disgaea 3 se aleja completamente de títulos más revolucionarios como el infravalorado (incluso en su momento, para mi propia vergüenza, por un servidor) Valkyria Chronicles y adopta el sistema clásico de escenarios divididos en rejillas por las que desplazarnos, y en función de las cuales se basará el alcance de nuestros ataques. Un turno por bando y gran importancia de la colocación y la estrategia a seguir. Además de ataques imposibles que pueden causar algún que otro ataque epiléptico.
Encontramos pocas novedades con respecto a anteriores títulos, aunque han sido para bien en casi todos los casos. Para empezar, podemos combinar especiales. Si ejecuto “Blast Finger” con un personaje y “Spinning Swordance” con otro sobre el mismo enemigo, el resultado es “Blast Swordance”, un ataque que logra hacer mucho más daño que ambos por separado. Las opciones de “coger” y “lanzar” se han ampliado muchísimo, dando una gran ventaja táctica a quien los sabe utilizar adecuadamente, y las torres humanas tienen ahora más opciones de ataque. Incluso podremos hacer que los monstruos se transformen en armas gracias al Magichange. Hay bastantes más, que a pesar de ser menores son ese tipo de características que en un primer momento no valoras, luego comprendes las posibilidades que te dan, y finalmente no puedes volver a las precuelas sin sentir que te falta algo.
También han surgido ciertas remodelaciones en el escenario de preparación para las batallas, especialmente adaptando los nombres al entorno estudiantil. Para los que vayan a aproximarse por primera vez a la saga, introduciré algunos de estos elementos. El Consejo de Estudiantes, sustituto de la Dark Assembly, es el concepto más abstracto. Es un lugar donde entre otras cosas podemos unirnos a clubs (con ello lograremos no sólo ventajas inmediatas, sino la posibilidad de usar las habilidades de los compañeros de club) o, sobre todo, organizar votaciones para que se nos permita desde subir o bajar la dificultad de los enemigos hasta traer objetos más caros a las tiendas, abrir nuevos clubs o acceder a nuevas clases. Se ha abierto una nueva tienda desde la que comprar con el maná que recibes al matar enemigos tanto nuevas habilidades como las Evilities, una especie de características del estilo “recibe un 50% menos de daño de viento” o “aumenta la salud un 10%” que se pueden intercambiar acordes con la pelea. El Item World es todo un mundo… o centenares de ellos