E3: Project Natal
Lo probamos. Estamos ante una revolución.
Dejadme que antes de empezar os diga una cosa: Project Natal es impresionante. Es grandioso, impactante, revolucionario, futurista, avanzado, magnífico. Eso que quede claro de buen principio.
Bien, ahora ya podemos empezar.
No fue fácil poder probar Project Natal. Imaginaos la demanda que había allí en el E3. Era el más guapo de la clase, todos querían unas fotos con él. Y, sin embargo, nos las apañamos para echarle el guante.
Si queréis que os seamos perfectamente sinceros, teníamos poca idea de lo que era antes de probarlo. También, como suele suceder en la mayoría de presentaciones de este tipo, teníamos cierto miedo a que Microsoft hubiese creado demasiadas expectativas y de que quizás estaríamos ante una tecnología demasiado similar a la de, por ejemplo, EyeToy. Qué equivocados estábamos.
En resumen, Natal es una tecnología que elimina la necesidad de jugar con un mando. Te reconoce —sí, reconoce tu cara, tus gestos, cómo vas vestido, etc, y también reconoce tu voz— y es capaz de registrar el más mínimo movimiento que haces con tu cuerpo. Si mueves los dedos, tu avatar los mueve exactamente. Si avanzas un pie, si giras las manos como si tuvieses un volante, si das una patada. La precisión asusta, amigos. Pero ahí va lo mejor: no tienes que buscar condiciones óptimas para jugar. Da igual si las luces están apagadas o encendidas, o si el fondo que tienes detrás es blanco o de colorines. Da igual si mientras estás jugando viene un amigo y se te tira encima, o si entra en plano. Natal sabe quién eres tu y “pasa” del otro. Tampoco es necesario que se calibre nada. Es inmediato y automático.
Y otro tema importante: no necesitas tener una habitación gigante para jugarlo. Puedes hacerlo de pie, sentado, tumbado... está claro que quizás no en todos los juegos, pero Natal se adapta a tu posición.
En la habitación estaba Kudo Tsunoda —alias “el Risto Mejide” de Microsft— y fue quien nos enseñó un poco de qué iba la cosa. Pudimos ver que el sistema consistía en una Xbox 360 conectada a un PC y una cámara. Esa cámara, al parecer, era capaz de registrar colores RGB, para colores y reconocimiento facial, e infrarrojos, para profundidad y movimiento. Esta tecnología además es capaz de dividir el cuerpo humano en 48 puntos clave que se siguen en tiempo real.
La primera demo fue la que vimos de las pelotitas en la conferencia de Microsoft. Uno de nosotros salió a la palestra para probarlo. El avatar de la pantalla se adaptó automáticamente a la altura y anchura del jugador y no hizo falta ningún tipo de calibración. Acto seguido éste se empezó a mover y el avatar lo siguió con una precisión pasmosa. Se agachó, saltó, dio patadas… Natal es capaz de saber si estás dándole con fuerza o de si te mueves lentamente. Los balones rebotaban y nuestro compañero los devolvía como si fuesen de verdad.
Y luego, para sorpresa de todos, va y nos ponen Burnout Paradise. Esta es la mía, pensé, y me ofrecí para jugar. “Ponte delante”, me dijo Kudo. “Conduce”.
Y conduje. Así de fácil. Adelantando el pie derecho aceleraba, atrasando el pie izquierdo frenaba. Puse las manos como si estuviese aguantando un volante… ¡y funcionaba perfecto! El coche giraba al instante cuando hacía el movimiento de girar. Intenté hacer un viraje de 180 grados y lo conseguí. Intenté hace maniobras difíciles y respondía como si tuviese un mando o un volante delante. Eso era muy grande, amigos.