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Empire: Total War

La clase de Historia que todos hemos soñado.

A veces, el mayor de los anacronismos lo comete el propio jugador y no el juego. En el momento en que los cañones abren fuego y la delgada línea roja se convierte en un gruesa masa encarnada, me encuentro a mi mismo canturreando la Obertura 1812. Empire Total War transcurre a lo largo de 1700. Es totalmente anacrónico. Imperdonable. Aunque también imperdonablemente brillante.

Los franquicia Total War siempre se ha caracterizado por tender puentes entre el mundo de los complejos “wargames” y mercado masivo de PC; ha sido capaz de mostrar toda la majestuosidad de la historia y al mismo tiempo de ofrecerla de forma accesible para todos los públicos. Como tal, este Empire ha hecho que me interesara por un periodo de la historia militar que siempre me había importado un bledo, y lo ha conseguido teniendo en cuenta mis escasos puntos de referencia sobre el tema: desde el capitán Sharpe a Guerra y Paz, y ni tan siquiera se si pertenecen al periodo del juego (y habitualmente no es así). Empire no sólo captura el glamour de los insignias relucientes y los disparos de mosquete, ha sido capaz de convencerme de que hay glamour en las insignias relucientes y las armas de fuego antiguas. Es todo un juego...

...Y tiene mucho juego, pues está repleto de una infinidad de pequeños detalles que a primera vista no seremos capaces de abarcar en su totalidad. Empire es el cuarto periodo (y el quinto juego) que ha sido explorado por Creative Assembly dentro del formato Total War, después de Shogun Total War, los dos Medieval y Rome Total War. Esta cronología en sus respectivos títulos ha conseguido que esta saga tenga cierta credibilidad; al fin y al cabo son juegos que se nutren de muchísimos detalles históricos para los propósitos de lo que sería un título de estrategia en tiempo real, y al mismo tiempo son lo más parecido a un juego de guerra que podemos encontrar hoy en día para un público generalista.

Las batallas enfrentan a ejércitos de hasta veinte unidades, formadas cada una ellas por cerca de cien hombres aproximadamente. No has de construir nada sobre el el campo de batalla, simplemente dispones de un ejército y así te las tendrás que arreglar. Partiendo de esta premisa, elementos como el tipo de terreno y la posición de tus tropas cobran especial importancia. La moral también es un factor a tener en cuenta, así, un ataque por sorpresa que haga que nuestros enemigos se acobarden (con una carga que amenace los flancos del adversario, por ejemplo) puede ser suficiente para que las tropas acaben huyendo con el rabo entre las piernas.

Tal como sabrán los veteranos de las saga, esto es sólo una mitad de lo que nos ofrece Empire. La otra nos sitúa ante un planteamiento de juego de guerra por turnos al estilo Civilization donde nuestra misión consiste en reunir ejércitos, investigar nuevas tecnologías, hacer malabarismos con tributos e impuestos, entablar reuniones diplomáticas, o sencillamente darle al botón de “auto-gobierno” y estar preparados para una maratón de clics sobre el icono de siguiente. O bien, si eres un jugador más estratégico, darle a “auto-resolver” en las batallas y empezar a pensar que Duque sería más apropiado para el cargo Canciller este año.

Este es el motor que hace girar los engranajes de esta guerra total. Las tácticas y la estrategia/economía bien podrían ser dos juegos por separado, sin embargo, se conjuntan. Los éxitos y los fracasos en cada parte tendrán sus consecuencias en la otra. La gracia de la serie Total War siempre ha radicado precisamente en esto, en cómo combinar ambas propuestas jugables para hacerte creer realmente que eres un líder político o un general. Cuando te encuentras en el frente de batalla tienes la sensación de que te juegas mucho más que en otros juegos, ya que es muy diferente que te digan que la capital ha sido destruida al perder la batalla, que ver con tus propios ojos a un ejercito formado por miles de unidades acercarse lentamente a esa capital que construiste de la nada y que en breves instantes será totalmente invadida. En este sentido, se trata de un título que más que contar, muestra.

Así es como han funcionado los juegos de Total War toda la vida, y lo mismo pasa con este Empire, que incluso va más allá. Tiene tantas cosas en su interior que hacer un análisis exhaustivo se convierte una tarea realmente difícil. Tiene los a veces ignorados mapas de batalla multijugador (y una campaña multijugador que ha sido prometida para una futura actualización). Tiene un modo para crear tus propias escaramuzas. Tiene batallas históricas. Tiene una sólida campaña lineal para un solo jugador, más similar a las campañas típicas de los RTS tradicionales. Podría decirse que Camino Hacia la Independencia es el mejor tutorial para aprender como funciona el juego, empezando en los mapas de batalla, añadiendo después pequeños pueblos que conquistar, expandiendo esta conquista a todos los Estados Unidos y, finalmente, una Gran Campaña jugando con los americanos.