Fat Princess
Una delicatessen para compartir con amigos.
Cuando era pequeño, me encantaba jugar al Escondite en mi urbanización. Sin embargo, ésta no era especialmente grande y además estaba repleta de espacios abiertos. Casi todos los lugares donde podías ocultarte habían sido ya utilizados decenas de veces por ti mismo y por el resto de tus amigos. Sin embargo, seguíamos jugando siempre que podíamos, porque el hecho de jugar era trivial en comparación con el de estar todos los amigos reunidos. Realmente esa unión era la que engrandecía un juego que de seguir las bases lógicas nos hubiese aburrido a la semana. Los tiempos avanzan, y ahora puedo jugar con personas de China, Estados Unidos y Finlandia simultáneamente y sin salir del cuarto de estar. Y aun así, lo que provoca que juegue online una vez más no es el juego en sí, sino la posibilidad de unirte a tus amigos para jugar. Pero, ¿qué pasa cuando un juego depende en exceso de esa unión?
Para entender la curiosa forma de jugar a Fat Princess, el título que nos ocupa, os recomiendo que os paséis por la preview, donde se detalla más en profundidad. Resumidamente, se trata de una especie de beat’em up con toques estratégicos en el que se enfrentan dos equipos. Cada personaje se puede transformar en una clase al estilo Team Fortress (guerrero, mago, cura, trabajador y arquero), todas ellas con sus particularidades propias. El objetivo es capturar la bandera… solo que la bandera es una princesa a la que podemos cebar para dificultar el transporte al enemigo.
El problema de la parte estratégica es que se acaba pronto. Las partidas se pueden hacer especialmente largas si ningún equipo está suficientemente coordinado (y luego veremos que ese es el mayor problema de este juego), y lo único que se puede mejorar son las cinco clases existentes, por lo que tras unos minutos de recolección de recursos la cosa se apaga. En ese momento toman el protagonismo absoluto las peleas multitudinarias, en las que se echa en falta un mejor sistema de apuntado pero que poco importa cuando aquello se torna en una orgía de destrucción, con el suelo pintado con la sangre y los cadáveres de los caídos. Sobrevivir supone casi siempre el mayor reto, y la venganza contra nuestros asesinos la mayor motivación. Os aseguro que una vez cogemos ritmo es difícil parar en un buen rato.
Fat Princess incorpora un modo historia como el que pueda incorporar, por poner un ejemplo, el Unreal Tournament 3. Una especie de entrenamiento para el online y poco más. El breve cuento con el que nos ambientan en el universo del juego es bastante cachondo, más aún si cabe gracias al doblaje de Carlos Ysbert, conocido sobre todo por su trabajo como Homer en las últimas temporadas de los Simpson. A quienes acusaron al juego de misógino les recomendaría jugar hasta el final, para comprobar que se debe conocer antes de juzgar.
También incorpora otra modalidad offline, llamada Gladiador, en la que tendremos que defendernos de oleadas de asaltantes con una única clase. Probablemente sea el mayor reto del juego, ya que pocos llegarán a dominar absolutamente todas las clases con la maestría necesaria para alcanzar el nivel 12 con el que saldremos de la arena. Es bastante recomendable echarle un tiento a ambas para tener ciertas bases y dominar todas las clases antes de entrar en Internet, donde las primeras partidas pueden ser realmente confusas.
Una vez pasemos al online podemos decidir entre pasar a la acción directamente en la primera partida que nos metan, buscar una modalidad y mapa concreto, mirar las partidas en las que se encuentran nuestros amigos para unirnos o ser el anfitrión de nuestra propia partida personalizada.
Los dos modos de juego básicos (incorpora un par más modificando los detalles pero manteniendo las bases) son capturar a la princesa, en el que deberemos asaltar la fortaleza rival y llevarnos a la princesa sin que rescaten a nuestra prisionera y duelo a muerte por equipos, en el que deberemos eliminar a un número concreto de rivales antes que el equipo contrario, sin princesas de por medio.