FATALE: Exploring Salome
Una experiencia que merece ser vivida.
El juego trata de crearnos la falsa ilusión de que existe una escapatoria, pero el tiempo transcurre y a través de un sumidero en lo alto de la celda podemos ver a Salomé ejecutando su mortal baile, mientras una melodía de lo que presumiblemente es un sitar inunda el espacio circundante. Conforme pasa el tiempo, citas de la obra de Wilde (en un inglés algo arcaico) salpican nuestra pantalla con los pensamientos de un Juan que se resiste hasta el último segundo a caer bajo los influjos de Salomé. Los siete velos van apareciendo en la pantalla, como una inexorable cuenta atrás que lleva a la consecuencia lógica: la música cesa, la puerta se abre y no podemos hacer nada más que observar cómo un imponente guardia se acerca con una cimitarra dispuesto a cercenar nuestra cabeza.
Comienzo a flotar, mientras los escasos créditos aparecen en pantalla. Asciendo hasta abandonar la celda, y me sitúo en el patio donde Salomé bailó para Herodes. Sigo subiendo y ahí está. La grácil dama que me condenó a muerte me mira fijamente... o quizá solo mire al vacío. Comienzo a flotar por el escenario. Me acerco a Salomé, mientras sus ojos parecen clavados en el infinito. Durante un breve instante parece observarme. Quizá solo le echaba un vistazo a lo que solía ser mi cabeza, ahora muerta y servida en bandeja de plata. Su expresión es intrigante. La media sonrisa que amaga podría interpretarse de mil y una maneras. En un momento parece que le brillen los ojos, y su faz parece infantil e inocente. Al siguiente se apaga ese brillo y parece que tengamos ante nosotros a una auténtica femme fatale, provocativa y sabedora de su atractivo. Quizá esté buscando significados ocultos donde no los hay.
Sigo volando por una terraza etérea; parece haber sido construida del material con el que se crean los sueños. El color de los edificios nos transmite una sensación extraña, como de un mundo inexistente, por donde vagan personajes que no parecen reaccionar a nuestra presencia... ni ante nada más. Es impresionante como un espacio tan pequeño puede albergar tantísimos detalles ocultos. Pequeños objetos que no deberían esta ahí, alguna mirada de reojo más de lo habitual, la luna y su omnipresencia, la cara de Salomé a la luz de una vela... Podría pasarme horas describiendo minuciosamente cada acto que he realizado y probablemente no me acercaría a la experiencia que tendréis cada uno de vosotros.
"Estás maldita, Salomé, estás maldita"
Sin embargo, para encontrar todos esos detalles, tendremos que apagar todas las luces que vayan apareciendo en la pantalla. Cuando fijemos un objetivo, voces infantiles susurrarán frases de Wilde y pasaremos a una visión diferente de la misma zona, con la que podremos interactuar. El control es algo diferente en esta ocasión, y nos costará un poco acostumbrarnos a él, aunque como dicen ToT en las instrucciones, no es algo que se haya dejado al azar. Prefiero no ser más explícito en este tema, porque jugar con cada plano es gran parte de la gracia de esta obra. Sin embargo ya adelanto que quien espere encontrar un juego al uso lo considerará un insulto, porque realmente lo que en un videojuego normal sería el objetivo se convierte aquí en el medio a través del cual explorar el universo de Salomé.
Flotando es como logramos terminar una misión que a ratos parece una imposición para que podamos considerarlo un videojuego, y no un experimento interactivo. Si vamos al grano, en una media hora lo acabaremos. Pero si vamos tan rápido, os ocurrirá lo que a mi: dejará más preguntas abiertas que respuestas y más inquietudes que certezas. FATALE dura una media hora en la primera partida, pero es que no se puede jugar una sola vez. Irremediablemente, más tarde o más temprano acabaremos por volver a él. La primera vez es quizá la más satisfactoria, dado que se desbloqueará un epílogo al que solo podemos acceder volviendo tras haber finalizado la tarea que se nos presenta.