FATALE: Exploring Salome

Conforme vayamos volviendo a la obra, notaremos que cada vez dejamos antes de apagar luces y simplemente volaremos por el escenario. Por mucho que pensemos que lo hemos explorado todo, siempre encontraremos algún objeto que nos hará preguntarnos si no lo habrán colocado después de terminar el juego. Pero sobre todo, volveremos a Salomé. Merece la pena sacrificar rendimiento y subir las especificaciones gráficas para poder contemplar a la bíblica protagonista en todo su esplendor, acercarle una llama para iluminar su rostro, retirarle el velo que cubre su cabeza y su espalda... y volver a ponernos frente a sus ojos, que parecen atravesarnos con la mirada. Decía la creadora en una ocasión que dentro de FATALE debemos olvidarnos de todo y, sencillamente, dejarnos enamorar por Salomé, pero uno no se da cuenta hasta que se la encuentra cara a cara.

El problema llega cuando me doy cuenta de que Salomé me ha enamorado y me ha hecho perder el raciocinio, y es por eso que no sé si he probado una obra maestra o un auténtico desastre. Realmente la jugabilidad es tan reducida que todavía no sé si llamarlo videojuego. Ponerle nota es casi demencial, y sea cual sea será injusta porque realmente no se puede reducir FATALE a un número. ¿Lo analizo como una obra de arte o como un videojuego? ¿Pongo por encima gráficos y jugabilidad o el impacto que provocó sobre mi alma cada instante en que estuve inmerso en su distante mundo? Me siento como en una exposición de arte surrealista, tratando de averiguar si lo que tengo ante mi es un cuadro de Miró o unas líneas garabateadas por un niño de 5 años.

Me he acostumbrado tanto a analizar películas jugables, donde narrativamente se trata al jugador de poco menos que niño pequeño, aunque se oculte bajo un halo de sangre y vísceras, que cuando llego a una obra adulta que realmente emplea la interactividad como su medio de expresión no logro abarcar toda su extensión mediante los criterios habituales. A decir verdad sí existe un cliché del sector que me ayuda bastante a explicarlo: “hasta que no lo pruebes no lo entenderás”.

No me ha costado mucho encontrarle cierto paralelismo con Lost, en el sentido de que casi se podría decir que uno disfruta más compartiendo sus experiencias con otras personas, discutiendo sobre aquello que han visto y elaborando complejas teorías sobre su significando que viendo la propia serie (o probado el “juego”, según sea el caso). Quizá sea demasiado para un público acostumbrado a que el medio más interactivo se vuelva casi pasivo en cuanto a la participación en el juego; quien cree ser el tirititero de la obra es solo es una marioneta más.

Uno casi diría que el único propósito de FATALE es confundir al espectador. Leyendo otros textos, uno se da cuenta de que nadie termina de tener claro a qué ha asistido, y ToT no parece querer aclararlo. Podrían escribir una parrafada explicando cada detalle, el sentido de cada objeto, como he visto hacer a mucha gente con Braid, pero así destrozarían la visión personal de cada uno y el juego no alcanzaría las mismas cotas de genialidad. Cuando se les pregunta sobre si FATALE es juego o una obra con sentido artístico, simplemente dicen “llámalo como prefieras”.

FATALE: Exploring Salome es una experiencia que merece ser vivida, más que un videojuego que deba ser jugado. Se debe probar abierto a nuevas ideas, dispuestos a mirar más allá de lo que se nos ofrece a simple vista. No es algo de lo que podamos desconectar después de cerrar el programa. Tale of Tales ha logrado recrear la figura de la Salomé de Wilde a un nivel de complejidad asombroso, creando a partir de ella una obra con sentido y valor propio. Un trabajo minucioso que da pie a una obra que no será bien recibida por todos los públicos, pero ya se sabe que los grandes artistas siempre vienen acompañados de polémica.

Como habrás podido comprobar este análisis no lleva nota como el resto. Desde nuestro punto de vista esta obra no puede juzgarse con los mismos baremos que usamos para analizar el resto de títulos, de hecho, creemos que es más una experiencia que un juego propiamente dicho.