Forza Motorsport 3
Epic content.
Convertir a los amantes de los coches en gamers y a los gamers en amantes de los coches. Esta es la idea que el director de Forza 3, Dan Greenawalt, se ha encargado de repetir una y otra vez durante los últimos meses. Es la frase épica que este diseñador estadounidense soltaba cada vez que tenía que explicar el objetivo principal que su estudio Turn 10 se ha marcado con esta tercera entrega de su simulador de conducción.
Después de jugarlo puedo corroborar que más allá de ser una sentencia de marketing y de que Greenawalt es un vendedor como la copa de un pino, esas palabras –y en concreto esa frase– sí que tenían algo de cierto. Y es que efectivamente, aunque jugar a Forza 3 no me ha convertido en un fanático del mundo del motor sí que ha logrado que me interese más por el tema. Ahora, cuando veo un bonito bólido por la calle siento curiosidad por identificar a su fabricante y apreciar la característica voz de su motor.
En este sentido no esperéis que a continuación pase a explicaros si la respuesta al sobreviraje es la adecuada, si la telemetría responde con una precisión inusitada, si un ligero cambio en la línea de transmisión afecta al puente trasero o si la deformación de las ruedas en un curva a X velocidad está bien conseguida. No lo sé. Ahora bien, desde mi perspectiva de jugador me veo capacitado para hablaros de este producto como propuesta jugable, y ya puedo adelantaros que tanto los verdaderos amantes del motor como aquellos que no lo son lo van a pasar en grande con este título.
A primera vista lo que nos ofrece Forza Motorsport 3 parece bastante continuista con respecto a la segunda entrega aparecida hace algo más de dos años. Lo parece y lo es. Sin embargo, este título esconde muchas más novedades de lo que aparenta. Es la muestra de cómo deberían ser todas las continuaciones, y se dice rápido... A nivel de físicas (el apartado más destacado de este simulador) los coches pueden volcar y sufrir desperfectos, la IA es mucho más realista, los gráficos son mucho mejores y fluidos, tenemos visión desde la cabina, podemos rebobinar en medio de una carrera como en DiRT 2, encontramos más circuitos y coches, está bien repleto de nuevos modos y además cuenta con una nueva comunidad de usuarios inspirada en el modelo de las redes sociales.
Como dicen que el orden de los factores no altera el resultado empezaré hablando de algo que habitualmente hoy en día se reserva para el final: los gráficos. Se trata de uno de los aspectos más cuidados y esto es algo que se nota hasta en los menús por los que nos moveremos entre carrera y carrera. Cuando no estamos corriendo la cámara empieza a moverse alrededor de los coches buscando siempre el ángulo más impactante y enfocándolos de manera espectacular, como queriendo que el jugador quede hipnotizado por las líneas perfectas y los resplandecientes chasis de unos coches que probablemente jamás tendremos la ocasión de conducir. Los responsables del título no paran de repetir que los vehículos de esta entrega están construidos con hasta 10 veces más polígonos que en Forza 2, y aunque nosotros no podemos corroborarla matemáticamente (esperemos que los de Digital Foundry nos preparen algo) sí que podemos afirmar que el resultado es fotorealista.
En total son 400 coches (un centenar más que en Forza 2) de 50 fabricantes que podemos examinar con total libertad desde cualquier angulo, incluyendo como novedad el modelado de su interior. En todo momento prima la elegancia y la sensación de estar ante algo sofisticado, es como si fuéramos Neo de Matrix y en lugar de pedir “armas” al ordenador central pidiéramos “coches”. A la hora de ponernos al volante podemos hacerlo desde 5 perspectivas diferentes y nuevamente la perspectiva interior es la novedad. Hay que decir que no es tan espectacular como la de Need for Speed: Shift, pero cumple sobradamente su cometido; eso sí siendo muy tiquismiquis quizás se podría haber puesto más detalle en las texturas dentro de esta vista interior, ya que a veces nos parecerá ver texturas planas.