God of War: Ghost of Sparta
Exprimiendo la PSP.
Cuando era pequeño todos los niños querían ser como Oliver Aton, aunque sin estar lesionados cada dos por tres. Ahora, los niños sueñan con tener perilla e ir rebanando Dioses Griegos con un buen par de espadas. Bueno, quizás es una exageración un tanto surrealista, pero es una buena metáfora sobre lo que God of War es para el sector del videojuego.
La verdad es que las aventuras de Kratos arraigan desde su primera entrega un poder mediático asombroso. Y es que parece que llevamos jugando toda la vida a los God of War y tan sólo hace cinco años y medio desde que el Dios de la Guerra blandió por primera vez su espada en PlayStation 2.
God of War: Ghost of Sparta es la segunda aparición de la saga en PSP y ha vuelto a ser llevada a cabo por los chicos de Ready at Dawn, quienes también se encargaron de Chains of Olympus en el debut de la seria en la portátil de Sony.
Argumentalmente es un puente bastante simplista que establece una conexión entre las dos primeras entregas de la saga. Nos presenta a un Kratos bastante lineal como personaje, enfadado hasta con su propia sombra. Vale que sea una bestia despiadada, pero en esta entrega posee un encefalograma mucho más plano de lo normal. No queremos desvelaros demasiado acerca de la trama, pero está centrada fundamentalmente al entorno más familiar del mencionado Kratos, con el trasfondo principal de saber dónde está su hermano Deimos. Que es igual de mulo pero con más barba y gomina.
Uno de los mayores contras que se le puede achacar a este Ghost of Sparta es que sigue una línea excesivamente continuista, algo que le otorga una constante sensación de déjà vu. Está claro que es mejor no tocar algo que ya funciona perfectamente, pero igualmente la sensación de estar ante un juego tan parecido al resto de la saga cada vez nos está dejando una sensación menos grata, aunque no por ello esté exento de grandes dosis de diversión.
Por tanto, nos encontramos ante un hack and slash totalmente al servicio del espectáculo y la espectacularidad. Pocas veces pulsar botones como descosidos –y muchas veces sin sentido– puede resultar tan gratificante. Todo esto aderezado con unos cuantos Quick Time Events mientras que Kratos organiza una ensalada de sangre despedazando a los enemigos de la manera más bestia que se le pasa por la cabeza.
Claro que pese a tener que hacer frente a descomunales jefes finales, durante la mayor parte de la aventura nos encontramos a enemigos estándar, que pecan de ser bastante repetitivos debido a la escasez de variedad que hay. Además, siguen las odiosas medusas. Me quedo de piedra cada vez que las veo, literalmente.