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Gran Turismo 5

El sueño de Yamauchi.

¿Qué haríais si os gustaran los videojuegos y dispusierais de vuestro propio equipo de desarrollo, fondos y tiempo prácticamente ilimitado? Seguramente crearíais vuestro juego ideal. Si además os llamarais Kazunori Yamauchi, sin duda ese juego sería Gran Turismo 5. Y es que el esperadísimo título de Polyphony Digital desprende por los automóviles algo que no se puede calificar de otra forma que no sea con la palabra "amor". Ya con la introducción se muestra este sentimiento, llamándonos a sentir lo mismo para la misma industria del automóvil desde la extracción del hierro y del aluminio usado en su construcción, hasta observar las bestias rodantes por lugares clásicos como Daytona o el Nordschleife de Nürburgring.

Eso es algo vital en esta obra, y si no sintonizáis con ese sentimiento os sentiréis defraudados. Antes que verlo como un simulador de carreras, como una experiencia de juego multijugador, o cualquier otra cosa que se os ocurra, se tiene que ver como una obra de elogio a la belleza del automóvil. Es algo que en Polyphony han querido transmitir y que, por supuesto, han conseguido. Por ejemplo, al ir a reglar o tunear el coche, está pensado que sea más por dar ese toque estético de carreras que por mejorar sus características técnicas. Como mucho lo menos estético que uno acaba modificando son los pneumáticos.

Esa sensación se puede apreciar también cuando navegamos por los menús. Si creéis que por disponer de auténticos monstruos con motores de 6 litros y capaces de llegar a los 300 km/h podéis coger una actitud frenética, vais muy equivocados. Ya desde el principio la música de piano que acompaña, la disposición característica de los menús y, ¿por qué negarlo? los tiempos de carga, obligan a que relajemos las manos a la hora de agarrar el mando y tomárnoslo todo con mucha calma. Eso forma parte de la atmósfera que Yamauchi ha querido transmitir en todo momento.

Por supuesto, todo esto no quita que Gran Turismo 5 sea la experiencia de conducción más realista que se puede encontrar en PlayStation 3, pero el juego es un simulador en tanto como se puede llegar a conocer en una consola. No creáis que la experiencia es muy distinta de la que ya teníamos en la edición Prólogo o en GT4, así que lo que es realismo, realismo... si es eso lo que buscáis, id a por un PC porque es allí donde lo encontraréis. También hay que decir que los simuladores más auténticos –al menos los que yo calificaría como tal– hace años que dejaron de hacerse, por lo que seguramente los entusiastas que quieran recordar esas épocas no encontraran mejor opción que hacerse con GT5. Se puede recrear una carrera de Super GT, de la Nascar, de Le Mans, etc., pero aquí lo importante es transmitir lo que se siente al llevar algunos coches que, probablemente, nadie de nosotros llegará a conducir jamás, sin preocuparnos de si calamos el coche o de que reviente el motor.

Es verdad que se han pasado mucho tiempo –quizás demasiado– para poder ofrecernos Gran Turismo 5, y el producto final no es como realmente todos hubiéramos querido, y es que a veces los sueños nos desbordan incluso en nuestra propia mente, como es seguro que le habrá pasado al mismo Yamauchi. Pero una vez nos vemos inmersos en el océano que nos han ofrecido, lo mejor es mirar en 360º (y no es una alusión a Microsoft) y descubrir lo amplio que llega a ser todo el conjunto.