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Grand Theft Auto: Chinatown Wars

Tranqui colega, la sociedad es la culpable.

A pesar de que la gente de Rockstar logró un acabado excelente para Chinatown Wars en la versión original para Nintendo DS, las ventas generales, entorno al medio millón de copias vendidas en todo el mundo, no acapararon ni la mitad del volumen de ventas previsto y el público nintendero, sumido en su icónico mundo de Marios, Zeldas y Metroids, acabó dándole el punterazo a esta genial iteración del simulador criminal más famoso del sector.

Para compensar el batacazo comercial, no había nada mejor que reutilizar todo el trabajo bien hecho para llevar este Chinatown Wars a PSP, una plataforma más familiarizada con los robos de coches, las mafias y el ansia de poder. Pero esta vez había un pequeño problema, no se trataba solamente de hacer un remake con alma de port de PS2 (como los refritos aquellos con la coletilla "Stories"), la misión de Rockstar en esta ocasión ha sido algo más difícile: adaptar situaciones y mecánicas diseñadas para una interfaz novedosa como la DS a una máquina más clásica en su planteamiento; ¿funcionará CW en PSP?

Pues parece que la opinión general se ha puesto de acuerdo para dictar que el juego no ha perdido su "mojo". Pero qué se yo, a mí la versión de DS ya me chirriaba en algunos aspectos, aunque parecía un buen acercamiento gráfica, sonora y jugablemente. Era una cosa así como muy mona. Pero lo cortés no quita lo valiente y, claro, me reventaba el pestilente tufo a las dos primeras entregas de la saga. ¿A quién demonios le importan las "vueltas a los orígenes" o las "reinvenciones", por mucha profundidad que se le quiera dar? Todo eso son paparruchas para desviar la atención, maldita sea. Ahí seguía presente la mayor frustración del título: la cámara. La maldita cámara. Un juego que trata de robar coches y salir pitando a toda leche, y va algún diseñador iluminado y me pone una cámara aérea con menos perspectiva que la de un Hundir la Flota.

El caso es que este CW es el ejemplo perfecto de los vicios de PSP y Rockstar una vez más. Han transplantado todo a lo bestia. Sin anestesia, dejándose nervios y conductos sanguíneos unidos como buenamente han podido. Porque vamos a ver, aquí no somos muy incisivos con los defectos gráficos, pero tropezarte con una cerca que aparece milagrosamente cual Niño Jesús de madera después de pasar por debajo de una vía de metro que te tapa la línea de visión, tiene delito. Y esos árboles o farolas de medio milímetro de grosor cuando pasas frente a ellas, pues como que no. Vale que el hardware de Nintendo no pueda manejar otro tipo de vista, pero demonios, es que el paso a PSP con su pantalla panorámica tampoco ha solucionado el problema. Vale que el campo de visión sea un poco más amplio, pero sigue sin ser funcional, y no es de recibo un paso atrás como éste. Vuelta a los orígenes le llaman.

Estéticamente el juego viene con un evidente y necesario lavado de cara, las texturas cuentan con mayor definición, los reflejos y la iluminación han dado un paso de gigante de una versión a otra, en especial el ciclo día-noche, y el aspecto cartoon de todo el conjunto está algo menos acentuado gracias a Dios sabe qué filtros. También se aprecia un mayor número de peatones poblando las calles de esta Liberty City de juguete y la sensación de velocidad está más lograda, aunque esto último puede que sólo me lo parezca a mí.