Guitar Hero 5
A la quinta... ¿Va la vencida?
Qué dura es la vida del periodista especializado en videojuegos deportivos, ahora lo comprendo bien. Tener que escribir año tras año textos diferentes y originales sobre productos que evolucionan tan lentamente debe ser una tarea arduo difícil y pesada. Que si un nuevo modo free-style para hacer chorradas con la pelota, que si un sistema de estrategias especial para porteros, que si la presencia de ligas de ves a saber donde... Me estremece la sola idea de que algún día tenga que analizar uno de esos productos. Pues bien, algo parecido está pasando actualmente con los juegos musicales y seguro que muchos críticos especializados en este género han pensado lo mismo que un servidor al analizar por enésima vez el Guitar Hero o Rock Band de turno, y es que casi parece la clásica guerra FIFA vs. PRO.
Como ya os avanzamos hace unos meses, Guitar Hero 5 está predestinado a convertirse en el estándar definitivo –¡ahora sí!– en lo que se refiere a juegos musicales. Al menos, eso es lo que yo espero, porque si de aquí a unos meses anuncian la sexta entrega apaga y vámonos. Como veremos a continuación, sin apenas tocar nada de su funcionamiento básico en Neversoft han añadido nuevas opciones que convierten a este título en el más completo del género hasta la fecha. Se han limado algunas de las astillas que más chirriaban de World Tour y sobre todo se ha puesto especial atención en conseguir que el juego musical más “hardcore” sea también el más flexible y accesible. De todas maneras, esta quinta entrega tampoco está exenta de algunas sombras que oscurecen la experiencia.
La principal novedad de Guitar Hero 5 es la sensacional modalidad Party Play, un gran acierto que de ahora en adelante deberían incluir todos los juegos de este tipo. Gracias a ella es más fácil que nunca encender la consola y ponerse a jugar; si es que no hace falta ni acceder al menú de opciones, simplemente hay que pulsar el botón Amarillo durante la presentación y a tocar. Empezamos con una canción escogida al azar por la máquina, pero en cualquier momento se puede cambiar con rapidez. Asimismo, sin pausar la partida se puede incorporar cualquier instrumento, y si uno de los miembros ha de abandonarla esto no supone ningún problema para el resto del grupo, ya que siguen tocando como si nada. Lo mismo sucede con los niveles de dificultad, las típicas interrupciones para cambiar el control de diestro a zurdo, y demás. Ahora cada jugador puede hacerse el juego a medida sencillamente mediante un menú personalizado que no interrumpe la partida de los demás.
Como su propio nombre indica, el Party Play logra convertir al juego en un verdadero complemento para las fiestas y seguro que ahorra más de un quebradero de cabeza a los sufridos anfitriones. Y todavía hay más al respecto de esta modalidad, y es el hecho de que convierte a Guitar Hero en una experiencia de juego todavía más social y directa de lo que era hasta el momento. Algo de lo que puede presumir la saga es precisamente el haber dado a conocer grupos desconocidos a muchos de los que la han jugado, pero con esta opción esto se acentúa todavía más por su carácter espontáneo y aleatorio.
Complementando a este nuevo modo nos encontramos con que ahora el juego es absolutamente flexible en lo que se refiere a combinaciones de instrumentos. Hasta el momento, cuando se tocaba en grupo siempre había que hacerlo en la típica formación de guitarra, bajo, batería y cantante. Ahora es posible hacerlo con cualquier combinación de instrumentos. Por ejemplo, pueden conectarse cuatro guitarras al mismo tiempo, cuatro baterías, o si somos acólitos del karaoke hasta podemos convocar tormentas enchufando cuatro micros. Aún así, como ya hice notar en el avance lamento que no se haya hecho un verdadero esfuerzo para convertir esta opción en una oportunidad de potenciar el componente colaborativo del juego. Sinceramente, cuando todos tocan exactamente lo mismo, cada jugador va su bola y no hay espíritu de banda ni nada. Lo que habría estado genial es que cada jugador pudiera tocar frases musicales distintas a ratos o que se dinamizaran las partidas en grupo para que pareciera que ninguno de ellos es prescindible. Algo tan sencillo como un modo cooperativo en plan duelo clásico pero sin competición hubiese dotado de mayor 'realismo' al juego.
Si a esto último le sumamos la incorporación de barras de energía individuales al estilo Rock Band en sustitución de una única para toda la banda como teníamos en World Tour, lo que en un principio debería ser una buena idea choca directamente con el nuevo formato flexible de instrumentos. Y es que si cada jugador toca lo mismo y cada uno tiene su propio rockometro... ¿Dónde está el componente grupo? Evidentemente que está ahí y es algo potente, pero para un título que apuntaba a ser el juego musical definitivo queda lejos de lo esperado.