Halo: Reach

Sí, habéis oído bien: en Halo: Reach la distinción entre razas no es cosa sólo de estética, sino que a cada especie le vienen asociadas características propias. Esta habilidad es una de ellas, pero la tradicional terquedad de los Elites a que las balas les hagan polvo viene también en el lote. Por otra parte, Jet Pack es justo lo que el nombre indica, y es genial y divertidísimo: una adición fabulosa al multijugador y a cómo se juega, haciéndole ganar en verticalidad e imprevisibilidad.

Estas habilidades consumen una energía propia que se recarga con el tiempo y añaden un factor nuevo no sólo de aprendizaje, sino de personalización: cualquiera de las habilidades es lo suficientemente interesante como para tener gente que se especialice en alguna de ellas y un equipo equilibrado puede funcionar como una auténtica máquina de matar y de ganar partidas. Además, las habilidades complementan aspectos específicos del juego, como demuestra el hecho de que en algunos modos del multi como Invasión, al respawnear tengamos que elegir entre paquetes de armamento y habilidades, que harían las veces de clases improvisadas. Se trata de dejar que todo el mundo se haga con un estilo de juego lo suficientemente flexible como para adaptarse a cualquier gusto personal.

Claro que la personalización es también una de las bazas fuertes de Halo: Reach. Tras cada partida, y en función de la excelencia de nuestra actuación, recibiremos créditos. Dinerito, sí, para gastarnos en mejorar nuestro equipamiento y para molar más que nadie. No todo el contenido ampliable estará en la beta, pero se nos dijo que iba a haber más que suficiente como para esperar al lanzamiento. Y no sólo se altera nuestro aspecto por la forma de nuestras armaduras, sino también por el grado de tuneo que nos permiten en cuanto a texturas y colores. Además, todos los créditos y estadísticas que generéis en la beta os esperarán cuando se lance el juego completo, así que no hay por qué andar racaneando en el gasto.

Técnicamente, hay que decirlo, lo que vimos en la beta de Halo: Reach no nos impresionó mucho más que lo visto en Halo 3. Tenemos la misma suavidad de siempre, la misma hermosa y colorista luz que baña todos los Halo, el mismo diseño que oscila entre lo brillante y lo típico, la misma falta de destructibilidad (esto empieza a pesar en esta entrega) y, de todos modos, la misma sensación de consistencia y sobriedad de siempre. También persiste la emocionante convicción que hace del multijugador de cualquier Halo una experiencia tan gratificante: la de que en cualquier momento puede pasar cualquier cosa, la de que un esfuerzo heroico puede desequilibrar la partida, la de que una sola intervención brillante puede justificar diez minutos en los que no hemos dado pie con bola. Halo: Reach es una incógnita, pero no lo es su multijugador: resulta, ya en la beta, tan bueno como cabía imaginar en el más optimista de los pronósticos.