IL-2 Sturmovik: Birds of Prey
Cambio de rumbo.
¡Saludos, aerotrastornados! Traigo dos noticias, una buena y una mala. La buena es que tras años de sequía la prestigiosa saga IL-2 Sturmovik está de vuelta. Para quien no la conozca, se trata de una serie de simuladores aéreos que merecidamente fue coronada como la mejor de su género. La mala noticia es que no aparecerá en PC, nido de simuladores en general y plataforma que vio nacer y crecer a esta fabulosa licencia de videojuegos.
IL-2 Sturmovik: Birds of Prey ha sido creado de cero para Xbox 360 y Playstation 3, con un nuevo estilo más directo y arcade, pensado para consolas. Se podría discutir si este giro en la saga ha sido buena idea, si era necesario utilizar la licencia de los mejores simuladores aéreos para hacer un juego de acción, pero no voy a entrar ahí. Algunos se sentirán traicionados, otros verán con buenos ojos esta accesibilidad y sencillez en las misiones a cambio de una jugabilidad más agradable y unas sesiones de juego no tan largas y tediosas. Predecesores aparte, IL-2 Sturmovik: Birds of Prey es un buen juego, con muchas virtudes y cargado de diversión y retos varios.
En realidad el título que nos ocupa no puede tacharse de sencillo. En comparación a sus precuelas sí –creo que sólo EVE Online les gana en complejidad– pero ciertamente la apuesta de Gaijin Entertainment no es la de "prostituir" la saga con un mata-mata consolero, a ver si suena la campana y consiguen buenas ventas. Su intención es la de aproximar los susodichos simuladores originales de la saga a títulos arcade más recientes como Blazing Angels, de manera que tanto los fanáticos de los simuladores como los que gusten de pegar unos tiros puedan encontrar en este juego algo que les llame la atención.
Esta dualidad queda clara, básicamente, al echar un vistazo a las tres dificultades. De hecho, y para no dejar lugar a duda, los tres niveles de dificultad se llaman arcade, realista y simulación. Para que os hagáis una idea, con el primero podemos cambiar la vista de cabina a exterior, tenemos HUD y asistencias tales como estabilizadores o ayudas al disparo –ya sabéis, un sistema que calcula dónde hay que disparar para impactar a alguna nave en movimiento. En fin, se hace muy sencillo tanto pilotar como derribar enemigos, lo que cabría esperar de cualquier juego de acción.
Sin embargo, al jugar con la dificultad realista vemos que no es moco de pavo. En serio, no es que los contrarios sean más duros –que lo son–, es que nuestro peor enemigo será nuestra propia nave. Disparar con las ametralladoras afectará sobremanera la estabilidad de nuestro avión y lo desviará, por no hablar de lo abrumadoramente difícil que será pilotar de forma correcta, sin perder el control y comenzar a dar tirabuzones hasta estrellarnos contra el suelo.
La dificultad “simulación” es el equivalente a las celebraciones de Pascua filipinas de autoflagelación, versión videojuego de aviones. Vista de cabina exclusivamente, cero ayudas, ninguna HUD –imaginad lo difícil que se hace distinguir entre enemigos y aliados– y un comportamiento de nuestra aeronave todavía más sensible. Por si fuera poco, nuestro avión apenas soportará un par de impactos, y para derribar un bombardero enemigo las pasaremos canutas.