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Juegos indie - The Company of Myself

La obsesión por una originalidad mal entendida.

Este segundo artículo de Juegos Indie sigue la estela del primero, dedicado a Don't Look Back de Terry Cavanagh.

En esta ocasión indagamos con una propuesta de juego de corte más clásico con The Company of Myself.

Juégalo aquí:

http://www.2darray.net/2009/11/the-company-of-myself-releases/

ATENCIÓN: No continúes leyendo hasta haber completado el juego.

 

The Company of Myself es un juego de 2DArray, el seudónimo con el que Eli Piilonen firma sus juegos, entre los cuales el más famoso a parte de éste es Spewer. Quizá a algunos os sorprenda el hecho de que escoja un juego tan similar a algún otro como Braid, pero precisamente esa similitud es lo que me permitirá lanzar cierta reflexión al aire.

Comenzamos en un mundo donde parecen quedar atrás todas las penurias del turbio pasado que nos quiere revelar nuestro narrador: el cielo es más azul que aquellos que cualquier cuentacuentos pudo haber imaginado para sus fantasías infantiles, e imprime a la atmósfera sensación de sosiego y seguridad. Nuestro protagonista, un tipo con traje y sombrero de copa cuya faz no se puede ni tan siquiera intuir, avanza a través de los niveles, aclarándonos de una manera un poco burda las teclas que debemos emplear para moverle.

Pronto descubrimos que la soledad que atenaza al protagonista ha sublimado en forma de sombras que imitarán nuestras acciones pasadas, siendo entes físicos con los que podemos interactuar. Podemos construir torres humanas apoyándonos en estas sombras de nosotros mismos, que representan la necesidad de desenvolverse por sí mismo al no encontrar la compañía de nadie que le ayude a afrontar las miserias de su día a día.

Sin embargo, en el tramo final encontramos al fin a una mujer que nos acompaña, siendo la presencia de las sombras sustituida por la colaboración de nuestra contrapartida femenina. Parece que por fin hemos logrado encontrar a alguien que llena la vida del narrador, pero nada más lejos de la realidad. Una de las pruebas requiere del sacrifico de nuestra acompañante. Tras su marcha, vuelve a ser necesaria la presencia de las sombras, pero esta vez de forma masiva, tras una pérdida que ha hecho añicos el ego de nuestro compañero de viaje.