Killzone 2

Como ya sabe todo el mundo, Killzone 2 hace gala del que probablemente sea el mejor apartado gráfico que se ha visto hasta la fecha en un videojuego. El trabajo realizado con el modelado de escenarios y personajes, la iluminación, las texturas o los numerosos filtros de post-procesado para enfatizar el enfoque cinemático del juego resultan soberbios, y aprovechan al máximo la capacidad de la consola de Sony. Presentado a una resolución de 720p, Killzone 2 se mueve en todo momento a 30 frames por segundo, sin que se aprecien ralentizaciones incluso en las escenas con mayor carga visual. La animación también muestra un detalle asombroso, con una gran variedad de movimientos creados mediante técnicas de motion capture de gran realismo.

Una espectacularidad que se ve acrecentada por una dirección artística y de niveles excelente, que dota al juego de una personalidad y realismo poco habituales en una historia de ciencia ficción. Se nota una clara influencia de la estética nazi en los Helghast, con su simbología y atuendos, así como reminiscencias de la personalidad de Adolf Hitler en Scolar Visari, con su megalomanía y ansias de poder. Incluso personajes secundarios como el coronel Radec recuerdan a la crudeza de los altos cargos de las SS. La diferencia entre "buenos" y "malos" queda muy bien reflejada en la paleta de colores, con los tonos claros y azules del ejército ISA a los rojos y tonos oscuros de los Helghast.

Tampoco se ha descuidado el motor de física, que posee detalles muy espectaculares. A pesar de que los entornos no son destructibles por completo, sí que podremos apreciar cómo las paredes de los edificios se desquebrajan al recibir impactos de bala o cómo muchos elementos se destruyen por efecto de las explosiones. Y quizás uno de los factores más conseguidos sea el viento, con el excepcional efecto que provoca al azotar lonas, o al afectar la trayectoria de nuestras granadas cuando sopla en contra de nuestra dirección. Siendo éste uno de los factores clave de la climatología de Helghan, resulta encomiable el trabajo del equipo de desarrollo en su correcta representación.

Los efectos del impacto de las balas en nuestros enemigos también se han resuelto satisfactoriamente. Se distingue entre las diferentes extremidades, y los cuerpos reaccionan de forma natural y variada según la situación o las características del entorno. Y en la línea del realismo de que hace gala todo el juego, no se escatima con la cantidad de sangre. Sin ser un juego extremadamente gore (no hay mutilaciones o decapitaciones), sí contiene un fuerte componente de violencia explícita.

Si bien el apartado gráfico será el que más titulares y comentarios acaparará, no sería justo obviar el excelente trabajo de Guerrilla tanto con los efectos de sonido como con la banda sonora. Killzone 2 es uno de esos juegos que exprimen al máximo los equipos 5.1, con un sonido envolvente digno de cualquier película de acción de Hollywood, plagado de matices y espacialidad. Una ambientación que, además, varía de forma muy adecuada según el momento, resaltando el caos de la guerra durante los momentos más frenéticos, como durante el asalto a la ciudad de Phyrrus, o la solitud del planeta Helghan, durante la incursión en la desértica aldea de Suljeva, en la que tan sólo escucharemos los azotes del viento y las tormentas eléctricas en la lejanía del horizonte.

La música, compuesta por Joris de Man, es también uno de los principales pilares en los que se apoya el juego. Siguiendo la línea de las composiciones de Martin O'Donnell para la saga Halo, de Man apuesta por una combinación de orquestra y rock, con una mal disimulada epicidad, que se adapta a la situación en la que nos encontremos inmersos en ese momento. Ya desde el menú principal, con una fanfarria de marcado tono militar, se puede apreciar que el compositor apuesta por un estilo al más puro estilo hollywoodiense, que recuerda al de gente como Hans Zimmer o Harry Gregson-Williams. Desconocemos si Sony tiene planes de publicar un CD con la banda sonora, pero deberían hacerlo: Killzone 2 posee, sin duda, uno de los mejores acompañamientos musicales que hemos podido escuchar en los últimos años.