L.A. Noire
Han sabido dar la cara.
Estas situaciones de disparo no se disfrutan tanto como secuencias de acción pura y dura y aisladas –porque, como digo, son bastante maluchas- si no más bien como la culminación de una rabia que has ido conteniendo; alguien te la ha estado jugando, lo has perseguido, lo has acorralado y finalmente te toca pescarlo. Phelps, tus compañeros, los distintos actores y la ciudad de Los Angeles forman parte de un universo maduro que permite precisamente eso: crear una tensión adulta. Es un universo muy relacionado con la literatura hardboiled de Chandler, Hammet o James Ellroy, con malos que son malos porque están enfermos y son retorcidos y protagonistas misóginos y torturados que disfrutan más escondiéndose en el humo de puros que colgándose medallas delante de las cámaras.
En este sentido, L.A. Noire te obliga a examinarlo y criticarlo por su historia y por lo que cuenta, por cómo enlaza los casos y cómo construye esos personajes. Y lo hace bien a medias, casi literalmente. El juego dura unas 20 horas y las diez primeras son como mucho entreteniditas y como poco olvidables; durante la primera gran trama sabemos que lo estamos haciendo mal, el juego sabe que falla algo y los personajes son los únicos que no se dan cuenta de qué demonios está sucediendo. Es una lástima, porque agarras los casos con menos fuerza y motivación, y te vas quedando con una sensación bastante rara de desánimo e impotencia.
A partir del segundo tercio la cosa va a más, a mucho más, y una de las tramas secundarias se mezcla con la investigación principal, la situación personal de Phelps y unos secundarios memorables. Es ahí donde disfrutas persiguiendo a los malos de verdad. Lástima de final, que tiene un giro desafortunado –no diremos qué, claro- y desmonta todavía no sabemos con qué intención una trama que se había ido construyendo muy bien. Un poco agridulce. Volviendo a la comparación con Heavy Rain, podemos decir que es menos intenso pero más amplio.
Aunque la ciudad tampoco tiene mucho más que ofrecer que las localizaciones principales marcadas por cada caso –por cierto, puedes conducir automáticamente y saltarte los trayectos, benditas sean las elipsis- no está de más recorrerla, disfrutar de los notables gráficos y entretenerte a recolectar los coches secretos o destapando edificios emblemáticos pero, sobre todo, resolviendo casos secundarios sin relación alguna con la trama principal y que suelen ser tiroteos o persecuciones. Ganarás algunos extras, como trajes, y experiencia que luego podrá cambiar por "puntos de intuición" que te ayudarán a encontrar pistas o a eliminar respuestas incorrectas de los interrogatorios.
En conjunto, L.A. Noire es un juego que merece ser disfrutado. Quizás sea demasiado película y poco juego, y con un argumento bueno a medias, y posiblemente te desencantes ligeramente cuando descubras que la resolución de la mayoría de casos no depende de cómo lo hayas hecho, que siempre acabarás ahí. Pero si lo dosificas y lo juegas con calma y relajado, si dejas iluminarte por su maravillosa banda sonora y cedes algo ante ciertas incongruencias estarás ante una experiencia madura, interesante y, muchas veces, apasionante.