L.A. Noire
¡Por fin hemos podido jugarlo!
Por fin, con la fecha de lanzamiento -20 de mayo- a apenas un par de meses, L.A. Noire empieza poco a poco a dejar de ser una promesa que apunta muy buenas maneras para convertirse en una realidad tan sólida como la Presa Hoover. Por fin, hemos podido pasar de verlo jugado a jugarlo con nuestras manitas y cerebrillos, hemos podido disfrutar de los muchos beneficios de su singular propuesta y de una atmósfera tan envolvente que te absorbe desde el primer momento, haciéndote olvidar que estás con otras tres personas en la sala incluso aunque estés hablando con ellas. L.A. Noire, lo dejaremos claro desde el principio, va a ser algo grande.
Si recordáis nuestro anterior avance, ya sabréis que lo nuevo de Rockstar (a cargo de los australianos Team Bondi, a quienes vamos a amar todos muy muy pronto) nos pone en la piel de un policía recién venido de la Segunda Guerra Mundial y que empieza en el LAPD de los años cuarenta desde bien abajo, haciendo patrullas de barrio, para acabar escalando y coronarse como detective en la brigada de homicidios de la ciudad más glamurosa y violentamente salvaje de la historia reciente. En esta ocasión, nos pondremos del otro lado de la barrera a que nos tienen acostumbrados en Rockstar y eso ha motivado una serie de cambios en el planteamiento y en el esquema jugable que alejan a L.A. Noire de otros juegos de la casa. No estamos ante un sandbox como podría ser un GTA: es verdad que tenemos una ciudad magníficamente recreada hasta el detalle más nimio que podremos recorrer libremente, y es verdad que tendremos múltiples objetivos secundarios y misiones derivadas que nos irán saliendo al paso, pero L.A. Noire tiene un guión trabajadísimo que pretende contarnos una historia, así que siempre tendremos algo que hacer, más allá de merodear. El protagonista Cole Phelps no es de los que se dedican a echarse un billar o un poquer entre caso y caso. Pero creednos cuando os decimos que no es algo que se vaya a echar en falta: en L.A. Noire vamos a querer ver qué pasa en la historia, cómo se suceden los casos, cómo se encadenan las pistas. Vamos a querer jugar a L.A. Noire, no al billar.
Vamos a querer jugar a L.A. Noire porque es un juego distinto y bastante alejado de lo que se estila en esta generación. Para que os hagáis una idea, en el caso que pudimos jugar (acerca del cual no queremos daros ni un solo detalle concreto para no arruinar lo complejo de su decurso), estuvimos casi dos horas investigando en cinco lugares distintos, interrogamos a tres testigos, reunimos una buena docena de pruebas, atravesamos la ciudad en dos ocasiones, detuvimos a unos sospechosos tras una pelea a nudillo descubierto y acabamos arrestando a nuestro sospechoso tras una persecución a toda pastilla mientras nuestro compañero Rusty Galloway disparaba a las ruedas del coche que se daba a la fuga. Es decir: disfrutamos como locos, metidos hasta las cejas en la historia y en el caso, y ni siquiera tuvimos que desenfundar nuestra pistola. Desde luego, L.A. Noire es un juego de acción (conducción, peleas y -tranquilos todos- tiroteos), pero si hay algo que sostenga el conjunto es el grueso del trabajo policial: la investigación.