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La Historia de Nintendo

Primera Parte: Hiroshi Yamauchi y el Nacimiento de un Imperio.

Aires de renovación en Nintendo

En ese momento Yamauchi solo tiene 22 años y, aunque aborrezca la posibilidad de seguir la tradición familiar, acaba aceptando a regañadientes la petición de su abuelo, dejando la universidad y volviendo a Kyoto; aunque con una única condición: él será el único miembro de la familia que trabaje dentro de Nintendo. Yamauchi pretende así que nadie cuestione su autoridad como legitimo heredero del negocio familiar. Esa será una de las primeras radicales medidas que tomará el nuevo presidente. Para empezar, reagrupa todos los negocios familiares en uno cambiando el nombre de la empresa a "Nintendo Koppai", reajusta todo el organigrama de la empresa e incluso pide el primer préstamo en toda la historia de la compañía para comprar unos nuevos terrenos con tal de ampliar la fabrica. Pero todavía hay más; su faceta rebelde e inconformista le lleva a romper la férrea disciplina japonesa por la que se rige la compañía. Yamauchi desestima toda regulación existente para sus empleados, decidido a fomentar la creatividad de estos.

Todos esos cambios de aires no fueron bien recibidos entre los ciento y pico trabajadores de la empresa, los cuales consideraban a Yamauchi un niñato malcriado que no había demostrado ningún mérito para presidir un negocio tradicional de más de medio siglo de vida. Algunos de ellos fueron tan lejos como para declararse en huelga de hambre, pero a Yamauchi, por más abierto de miras que había intentado aparentar hasta el momento, demostró por primera vez lo frío que podía llegar a ser cuando se cuestionaba su autoridad, despidiendo sin compasión alguna a todo aquel que pusiera en tela de juicio su capacidad de mando. Y es que, pese a que Yamauchi siempre tendría la puerta abierta a nuevas ideas y conceptos, una faceta que abriría posteriormente el paso de Nintendo al mundo del videojuego, su autoritarismo a la hora de tomar decisiones sería brutal.

Pese a que Yamauchi siempre tendría la puerta abierta a nuevas ideas y conceptos, su autoritarismo a la hora de tomar decisiones sería brutal.

Fueron unos primeros años difíciles para Yamauchi, no solo en el terreno laboral. Aunque en 1950 nacía su primera hija, Yoko (que años más tarde se casaría con el primer presidente de Nintendo América, Minoru Arakawa), su mujer Michiko sufrió varios abortos naturales a posteriori, que mermaron considerablemente su estado de salud. Fue también la época en que su desaparecido padre Shikanojo, que había vuelto a casarse y formado una familia lejos de Kyoto, trató de reencontrarse con él tras tantos años. Yamauchi se negó tajantemente a hablar con él, hasta que un día su hermanastra le comunicó que éste había caído gravemente enfermo. Shikanojo murió poco después; algunas fuentes aseguran que Yamauchi nunca llegó a volver a verlo en vida mientras que otras afirman que ambos se reencontraron en su lecho de muerte. Sea como sea, lo que sí es cierto es que el reencuentro con su padre marcó profundamente a un Yamauchi, que acabó perdonándolo y visitando su tumba con regularidad.

Los cambios en Nintendo continuarán durante la siguiente década. Yamauchi industrializa sus lineas de montaje, abaratando considerablemente los gastos de fabricación, contrata los derechos de imagen de Popeye y de los personajes Disney para lanzar unas series especiales de cartas para niños, empieza a anunciar sus productos en televisión e incluso saca su empresa a bolsa, que en un par de años multiplicará su valor por seis. Japón, un país que ha tenido que reconstruirse desde sus cenizas, está viviendo su particular era de ensueño y todos esos cambios en Nintendo no son más que la punta del iceberg de una occidentalización masiva de su sociedad; una apertura al mundo cuyo cenit llegará en 1962 con la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokyo.

Renovación o Muerte

Desgraciadamente para Nintendo, pese a todas las reformas de modernización que ha abanderado su joven cabecilla, la llegada de nuevas formulas de ocio acaban por convertir el negocio de las cartas en un fantasma del pasado. Yamauchi intenta incluso la aventura de exportar sus barajas al resto del mundo, pero es inútil. Las acciones de la compañía empiezan a perder peligrosamente su valor y se registran las primeras perdidas notables en sus setenta años de vida. Ha llegado el momento de diversificar el negocio si la empresa quiere sobrevivir, pese a que el clan no verá con muy buenos ojos que su líder rompa con la larga tradición familiar. Posiblemente, en un intento de acallar las protestas, Nintendo continuará, pese a que en un eterno segundo plano, fabricando sus tradicionales barajas de cartas; una labor que ha continuado incluso hasta la actualidad.

En aquel entonces Yamauchi no está muy seguro de cual ha de ser el porvenir de su compañía, y son varias sus aventuras empresariales en territorios completamente inhóspitos. Lo intenta con una fábrica de platos de arroz instantáneo, con una cadena de taxis que vendería años más tarde y que sigue existiendo en la actualidad o incluso con una cadena de "Love Hotels", los famosos hoteles por horas dedicados a escapadas sexuales, a los que los tabloides de la época acusaron a Yamauchi de ser un habitual usuario. Ninguna de estas aventuras fue notablemente lucrativa, dejando a su presidente una vez más en la casilla de salida.

Gunpei Yokoi

La suerte, no obstante, sonrió a Yamauchi cuando un día, inspeccionando por sorpresa sus lineas de montaje, descubrió a uno de sus más recientes empleados jugando con un extraño artilugio. Ese hombre, Gunpei Yokoi, graduado en electrónica y encargado de arreglar y mantener las complejas máquinas de fabricación de cartas, era un manitas al que le encantaba idear y construir sus propios juguetes. Ese artilugio con el que estaba jugando en horas de trabajo, su más reciente invención, era la "Ultra Hand", un sencillo aparato mecánico que permitía recoger objetos a distancia. Yokoi se esperaba una sonora bronca, pero en vez de eso Yamauchi demostró un inusitado interés en su invento.

Unos meses más tarde Nintendo comercializaba el ingenio a 600 yenes la unidad. Fue un éxito rotundo, vendiendo más de un millón de unidades alrededor del país. Yamauchi por fin había encontrado el futuro de su compañía: los juguetes.