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La Liga de Videojuegos Profesional

El deporte electrónico llega a España.

Hace una semana se celebraron los primeros torneos de bienvenida de la LVP, una oportunidad de oro para comprobar el pulso del videojuego competitivo en España. Aún en fase beta, la Liga de Videojuegos Profesional ofreció la oportunidad a todo el que quisiera (y demostrara interés: en esta primera fase beta, los usuarios de la liga van entrando mediante un sistema de códigos que se pueden pedir vía web y que en AnaitGames y aquí en Eurogamer.es sorteamos, privilegios de inscripción incluidos) de sentir en su propia piel lo que se siente jugando a videojuegos de una forma organizada y con sentido. Porque, sobre todo, la LVP es eso: coger el juego y organizarlo, darle un sentido último que anime a seguir jugando de forma ordenada.

El orden es importante en la LVP: los horarios de las partidas son estrictos y su incumplimiento por parte de un equipo da automáticamente la victoria al otro, sin posibilidad de apelación. «La pregnancia del reglamento y de la filosofía de la Liga es grande», nos dice David Ruiz, director deportivo de la LVP, y reconoce que «está funcionando» aunque haya gente a la que le cuesta amoldarse a unas normas mucho más estrictas que las de los modos multijugador estándar de los juegos. Las reglas de la LVP, apunta David, están «pensadas para que las partidas sean puramente competitivas».

«Por ejemplo», continúa, hay gente que está acostumbrada en Call of Duty: Black Ops a «coger el lanzagranadas, empezar a tirar piñas y bajarse a todo el mundo, pero claro: el lanzagranadas está prohibido en la LVP». En las partidas «tienes que apuntar, tienes que esconderte y trabajar en equipo» de una forma mucho más activa que habitualmente, algo que a algunos les costará más que a otros. Desde la Liga intentan que el reglamento quede lo más claro posible explicándolos en textos y vídeos que pueden ser consultados en su página web. El objetivo final es que «la competición sea lo más justa posible, la gente se encuentre a gusto y vamos a tratar con deportividad las partidas», como afirma David.

La reacción de los usuarios españoles, menos dados a este tipo de juego organizado y competitivo que en otros países, está siendo muy positiva. El número de conflictos está siendo menor de lo que esperaban los organizadores: las previsiones apuntaban a un 20 % de partidas conflictivas (tanto por problemas a la hora de introducir la puntuación como por incumplimiento de normas u horarios) y hasta hoy sólo se han registrado entre un 5 y un 7 %. «Esto quiere decir que los españoles somos legales», bromea David.