Mafia II
Un juego con buena presencia.
Conducir un Ascot Bailey S200 (relucientes cromados y pintura bicolor, cuero blanco en la tapicería) por Little Italy (con sus edificios de ladrillo rojo y sus banderines de lado a lado de la calle), escuchando a Buddy Holly en la radio mientras el limpio viento primaveral de los primeros años cincuenta amenaza con levantarnos ese sombrero que vestimos, a juego con un elegante traje de tres piezas negro con corbata fina y zapatos de corte impecable. Y hacerlo, además, de camino a casa, a la vuelta de una masacre en un matadero clandestino en la que nos hemos vengado de un tipejo que quería hacer desaparecer a la nostra famiglia: esto y no otra cosa es lo que nos promete Mafia II. Dicho así suena muy bien, pero jugado es incluso mejor.
Hace apenas unas horas que pudimos probar unos cuantos capítulos de Mafia II en las oficinas madrileñas de 2K y lo que hemos jugado nos ha causado una buenísima impresión. Para empezar, porque es uno de esos juegos de los que se puede decir que tienen buena presencia. Esto no tiene que ver sólo con los gráficos o con el acabado —de esto hablaremos enseguida—, sino que se nota un excelente trabajo de diseño, de construcción y de ambiente; el mundo que nos presenta parece consistente y se nos planta delante con aplomo y sin fisuras. Nuestra presencia en él es convincente, nuestro Vito Scaletta se mueve con peso, los viandantes y los coches con que nos cruzamos, las aceras y los lugares que cruzamos, todo parece bien fundado y transmite esa sensación de estar ante el fruto de un buen trabajo.
La historia, como punto de partida, nace de la necesidad de Vito Scaletta —recién retornado de la II Guerra Mundial— de conseguir algo de dinero rápido para ayudar a su madre y hermana. Claro que cuando eres un joven italoamericano que ha crecido admirando a los "chicos listos" de su barrio, un poco de dinero rápido siempre es sólo el comienzo de algo más (que se lo digan a Scorsese, influencia fundamental para Mafia II). A partir de ahí, el argumento se complica y acompañaremos a Vito y a sus compinches por un periplo que les llevará a jugarse el pellejo en mil ocasiones, con un guión ocurrente, humorístico y oscuro con más de setecientas páginas de diálogos.
No contaremos más porque Mafia II es un juego muy narrativamente orientado: tendremos la oportunidad de hacer muchas cosas fuera de la misión principal, pero no es un sandbox puro y duro, sino que elementos vitales como la climatología —por ejemplo— estarán condicionados por el progreso de la historia. Para que os hagáis una idea, el juego comienza en el crudo invierno de 1945 —carreteras heladas y traicioneras, abrigos de paño grueso—, pero según avanza la historia, así lo harán los años y pronto nos encontraremos en la soleada primavera de 1951, con una paleta cálida y camisas de manga corta.
Estos detalles hacen que el juego presente un aspecto bastante dinámico, igual que lo es su jugabilidad: dinámica, sí, pero no alocada. Mafia II no es un juego para hacer el cabra, y eso se nota en muchos detalles. El más evidente es el de los automóviles. Eso de robar un coche y luego dejarlo tirado en una esquina es cosa de pandilleros y perdedores. Un tipo elegante no rompe la ventanilla de un coche clásico, sino que usará una ganzúa para abrir la cerradura con un minijuego de habilidad y después se quedará ese sedán blanco con motor de 3,500 centímetros cúbicos.