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Mafia II

¿Uno de los nuestros?

“No quiero verme condicionado por mi entorno, quiero que mi entorno se vea condicionado por mi”. Esta frase, sacada de una película de gángsters, vendría a resumir un poco lo que 2K Czech quiere que transmita su última obra y de la que ahora os hablaremos.

Mafia II es, quizás, uno de los juegos más esperados de los últimos años. Para saber por qué tendríamos que remontarnos unos años atrás para recordar Mafia, que sin duda marcó un precedente en los juegos de tipo sandbox: una ambientación sublime, una historia llena de sangre y un sistema de conducción muy realista para este tipo de juegos. Todo esto y otras tantas cosas crearon un cóctel original, fresco y agresivo.

Sin entrar mucho en la historia —para no empezar a soltar spoilers— comenzamos nuestra aventura con Vitto Scaletta, el protagonista, volviendo a Empire City, después de luchar en el frente italiano en la Segunda Guerra Mundial. Al llegar encontraremos a viejos conocidos, de esos que ya nos metían en problemas cuando eran adolescentes, y empezarán los problemas. Dime con quién andas y te diré quién eres…

Enseguida nos empezaremos a dar cuenta de que dividiremos nuestro tiempo de juego en tres secciones: vídeos, acción y conducción. Estos son los pilares que sustentan el juego y empezaremos hablando del último punto.

En Mafia II se conduce para llegar a todas las misiones, ya que el equipo de desarrollo ha situado (casi siempre) los puntos de partida y de destino en extremos opuestos de la ciudad. De esta manera pasaremos gran parte del juego con las manos en el volante. Esto tiene su parte positiva y, también, negativa. Ponernos nuestro traje más elegante, engominarnos el pelo hacia atrás, coger el volante de nuestro flamante deportivo descapotable de los años cincuenta y conducir sintonizando radio Delta mientras suena el “Rock Around The Clock” es sencillamente impresionante, hace que sea una gozada conducir por las calles de Empire City. De hecho he empezando a usar gomina después de acabarme el juego.

A la hora de controlar los coches no hay muchos problemas, ya que en seguida te haces a ellos y puedes empezar a derrapar con estilo. Si lo encontráis demasiado fácil, siempre podéis cambiar en el menú al modo simulación que introduce algunos cambios, aunque poco significativos, nada al nivel del primer Mafia, si es lo que estabais esperando.

El problema viene cuando empezamos a darnos cuenta de que las calles están demasiado vacías y eso hace que el conducir sea como un paseo sin demasiadas complicaciones, hasta el punto de llegar a aburrir. ¿Pero cuando la policía te persigue si que debe de ser emocionante, no? me preguntaréis. Y es una buena pregunta, pero desgraciadamente la respuesta es negativa. Es tan fácil deshacerse de la policía que con darle un acelerón nos bastará; incluso al doblar una esquina o al cambiar de sentido podremos volver a circular sin sentir el yugo opresor de la ley. Este hecho llega a cuestionarme si el que conduce el coche de policía es el mismísimo y rollizo Jefe Wiggum.

Otro de los aspectos más recurrentes en el título son las cinemáticas, que abarcan buena parte de la duración del juego. En general cumplen sobradamente, o por lo menos la mayoría; algunas destacan por encima de la media y nos aportan un buen espectáculo de sangre, traiciones, mujeres y un largo etcétera de momentos estelares. Desgraciadamente, algunas otras se ven lastradas por querer contarnos la historia demasiado deprisa. Da la sensación de que alguna cinemática podría haberse hecho con alguna escena interactiva, como se viene haciendo en los últimos tiempo. Otro pero que podemos apreciar es el nivel del doblaje, que no es demasiado bueno, con unas voces un tanto planas y poco trabajadas que no ayudan demasiado. Siempre podréis poner la consola en inglés y jugarlo en ese idioma, pero con subtítulos también en inglés.