Mass Effect
2008: Una odisea espacial.
…A hustle here and a hustle there.
Muy otra es la realidad acerca de la “exploración interplanetaria a escala épica” que se nos prometió y que, al menos en esta primera entrega de la saga, dista mucho de poder ser considerada épica (es más, tiende a ser aburrida), interplanetaria (los planetas se parecen demasiado unos a otros) o, incluso, explorativa (apenas si podremos posar nuestros pies en una cuarta parte de los planetas). La aparición de Bring Down the Sky, el primer pack de contenidos descargables para Mass Effect vía Xbox Live, no ha conseguido –por desgracia- paliar esta sensación de reciclado constante que destilan los planetas visitables. Quizás en otra futura ocasión podamos encontrar motivos jugables mejores para tomarnos la molestia de conducir el plomizo vehículo todo terreno (conocido como MAKO) con el que nos podemos desplazar –junto con nuestra pareja de acompañantes- a través de extensiones casi desiertas bajo inmensos cielos estrellados o lluvias de meteoritos que se deshacen en la distancia.
Y es que, si bien el desarrollo de la historia y todo aquello que tiene que ver con lo imprescindible para vivir la experiencia que supone meterse en la piel de Shepard está cuidado con una meticulosidad y un celo que rayan en la obsesión, algunos aspectos en Mass Effect sorprenden por su grado de hostilidad hacia el jugador. Es el caso de la tediosa gestión de los muchos (muchos) objetos y elementos que iremos acumulando en el inventario, conforme avancemos a través del detalladísimo y complejo universo por el que navega la preciosa Normandy. Los menús resultan contraintuitivos e incómodos y la puesta a punto de los equipos de Shepard y compañía suele llevar, por ello, mucho más tiempo del necesario, llegando a convertirse en una tarea pesada y un tanto desagradecida.
Tanto el diseño de producción como la dirección artística de Mass Effect son realmente sobresalientes, pero en ocasiones el motor gráfico que los soporta da muestras de una fragilidad muy poco reconfortante. Raramente llegará a suponer un obstáculo en la jugabilidad, pero sí es cierto que el retraso en la aparición de las texturas o alguna que otra caída (aunque nunca desplome) en el framerate pueden resultar molestas por anticlimáticas.
Todos estos tropiezos nos hacen lamentar que BioWare no dispusiese de algo más de tiempo para terminar de pulir un producto como Mass Effect que alcanza -con todos los reproches que quepa hacerle- un grado de excelencia fuera de toda duda y, a la vez, ese mismo hecho mantiene calientes la esperanza y el deseo por ver hasta dónde puede llegar esta franquicia que está llamada a ser un referente a todos los niveles dentro de su plataforma de lanzamiento original.