Midnight Club: Los Angeles
Carretera segura.
Que Rockstar considere Midnight Club su segunda franquicia más importante nos obliga a tratar el título con una dedicación especial. El año en que la compañía firma uno de sus juegos más redondos de la historia, las carreras de Los Ángeles parecen más una confirmación y asentamiento que una reinvención de su fórmula.
El primer punto donde Rockstar San Diego ha marcado la diferencia una vez más, es en términos de producción y cuidado. Desde un apartado gráfico espectacular, aún más cuidado y detallado que en GTA IV, con preciosos amaneceres, efectos climatológicos y un minucioso trabajo de documentación sobre la ciudad (recorrer por las noches Mulholland Drive es cita obligada para todos los jugadores con unas Ray Ban de pasta), Midnight Club parece por primera vez, una franquicia compacta.
No obstante, una producción redonda va más allá de gráficos bonitos y BSO licenciada (la cual muy apropiada también, desde hits un-rave como Momy de Sebastián a himnos de recogida de cadáveres a las tres de la tarde en una GOA, como el que firma Aquaviva). El esquema de juego, otorga al jugador libertades totales para elegir el cuándo y el cómo. Este es sin lugar a duda el triunfo absoluto de Rockstar; la precisa interfaz, el sencillo y entendible mapa junto a la propia Los Ángeles, un escenario perfecto para un sandbox de carrera por su propia estructura.
Para comenzar una carrera, deberemos buscar a nuestros rivales (señalizados en el GPS) y, mediante una señal, comenzaremos la carrera. Los circuitos pese a permitirnos movernos con libertad por las calles son visibles y sencillos de seguir, toda una lección de diseño de niveles que en Criterion deberían apuntar. El control es sensible y con una curva de aprendizaje plausible, mucho más cuidado que en otros juegos del género y en la línea de las últimas producciones del estudio. Con temple y paciencia, podremos driblar el tráfico, adelantar a los enemigos y conocer los vicios y virtudes de cada vehículo (compensados y concebidos cada uno con sentido común).