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Need For Speed: Nitro

Nitroso oxidado.

El amor por los cochecitos me viene desde que de pequeño atesoraba con pasión mi colección alarmantemente creciente de Micromachines, Majorettes y Hot Wheels. El parquet de mi casa es el sufrido testigo de las muchas y épicas carreras que unos cuantos pilotos inventados disputaron en un sinfín de circuitos imaginarios. Y, por más que ahora sea un admirador irredento de los simuladores de conducción, siempre queda algo que me hace añorar esa diversión inmediata y descerebrada de las carreras de cochecitos (esos mismos cochecitos que me dedicaba a pintarrajear y a decorar con pegatinas recortadas de los Bollycaos o los tristemente desaparecidos Tarzán).

Need for Speed: Nitro es un juego que intenta rescatar eso mismo: coge tus cochecitos, píntalos y lánzalos a toda pastilla por el pasillo, a ver cuál corre más, cuál salta más, quién derrapa mejor y, en última instancia, quién gana. Es un arcade declarado y total: rápido, frenético, revirado, con puntos y kudos e iconos por todas partes. Incita a pisar a fondo y a subirse por las paredes, solo o en compañía, a picarse y a restregarle la derrota a los demás por la cara. El problema es que todo esto suena mucho más divertido de lo que luego realmente es.

El principal problema de Nitro es el control, aunque esto es matizable. Diremos que NFS Nitro se presenta con la virtud de dejarnos elegir el control que más nos guste: volante Wii, Wiimote normal, mando clásico o mando de GameCube. En caso de usar cualquiera de las dos últimas opciones estamos ante un arcade normalito pero entretenido. Es verdad que toparemos con sus gráficos bastante mejorables y un esquema de juego ciertamente repetitivo, pero no por ello frustrante ni enervante. Un título que no pasará a la historia, pero que se deja jugar y da, gracias a los distintos tipos de carreras, diversión durante unas horas –aunque seguramente no las suficientes como para querer desbloquear todo su modo Historia-. Podremos personalizar nuestros carros, tunearlos hasta cierto punto y fardar de coche hortera y lleno de pegatinas gracias al editor, muy en la línea de los NFS más canis.