Prince of Persia: Las Arenas Olvidadas
Tormenta de arena y poco carisma.
Es coger una mecánica del 2003 y casi ni evolucionarla. De hecho en muchos aspectos este juego, siete años después, no consigue superar a su inspirador y no supone un paso adelante en ningún sentido. Y con una saga como esta es algo bastante grave y que deberían replantearse.
El combate es otro de los pilares del juego. Ganamos experiencia y tenemos cuatro habilidades —aire, tierra, viento, mar— y unos cuantos atributos a potenciar. Se juega como en un God of War, para poner un referente, pero docenas de peldaños por debajo. No hay combos —los hay, pero como si no los hubiese— la variedad de enemigos es bajísima y los jefes finales y los más grandotes son de lo menos épico del mundo, sobre todo porque se suelen matar poniéndote debajo de sus piernas y dándoles espadazos en los tobillos (¿!), que ahí no te tocan.
En general el invento no les ha salido demasiado bien. El diseño artístico, de hecho, ya daba indicios de su poca personalidad y su falta de carisma. Esto se ha demostrado con una experiencia jugable muy monótona que, sí, tiene algunos destellos de diversión, pero diluidos en un todo demasiado arenoso. Lo dicho: gustará moderadamente a los fans de esta nueva ola del plataformeo y viene doblado al castellano, pero es bastante imperdonable que no hayan sabido ni mejorar una fórmula de 2003 con todo lo que hemos visto desde entonces.