Quantum of Solace: The Game
¿Mezclado, agitado?... Divertido, gracias.
007: Quantum of Solace es el nombre del videojuego que trae bajo el brazo la homónima y última (la vigésimo segunda, ya) película de James Bond, y nos propone una vez más asumir la identidad del a estas alturas agente secreto británico menos secreto. Para ello se nutre de la ambientación y elementos de la historia desarrollados a lo largo no sólo de esta entrega, sino también de su predecesora Casino Royale, ambas protagonizadas por Daniel Craig.
Antes de continuar, dejemos clara una cosa: Sean Connery es Sean Connery y Daniel Craig es Daniel Craig. Como no será ni la primera película ni el primer videojuego de Bond al que mucha de la gente que lea este análisis se enfrente, válganos la analogía que los más despiertos ya habrán hecho entre Goldeneye y QoS para evitar odiosas comparaciones entre grandes baluartes del buen hacer que nos dejó el pasado, y las nuevas entregas y etapas que ahora vienen y pelean por ganarse nuestro respeto.
El juego que nos ocupa aspira a esto con las mismas buenas intenciones que lo hacen las películas. Y es que si las premisas son buenas, no por simples tienen por qué empañar un buen resultado: Quantum of Solace es un videojuego de acción en primera persona que utiliza el motor de un grande del género como es Call of Duty 4 y añade además un sistema de coberturas parecido a lo visto en Gears of War, aparte de elementos inherentes a todo buen juego de espías que se precie, como el sigilo y la desactivación de dispositivos electrónicos, para ofrecer una experiencia lo más completa posible a la hora de ponernos en la piel de un tipo como Bond.
La mezcla funciona bastante bien, la verdad sea dicha. Durante la mayor parte de los desplazamientos, saltos y disparos en campo abierto, observaremos la escena desde la perspectiva de los ojos de Bond, y cuando la situación lo propicie, tendremos la oportunidad de parapetarnos tras algún elemento del escenario, momento en el que la cámara se alejará del bastante fiel modelado de Daniel Craig para ofrecernos una vista general de la situación y ya resguardados, permitirnos ser un poco más estratégicos a la hora de intercambiar disparos con nuestros enemigos.
Existen cuatro niveles de dificultad, y cualquier jugador que tenga un poco de autoestima deberá elegir entre los dos últimos si quiere sacarle provecho a la experiencia y disfrutar mínimamente de lo que este QoS tiene que ofrecer, y no convertirlo en un aburrido camino de rosas. Así, si nos quedamos, por ejemplo, demasiado tiempo refugiados en medio de un tiroteo, el enemigo, en superioridad numérica (y cómo, a veces, amigos), intentará flanquearnos o hacernos salir lanzándonos granadas, animando considerablemente el juego.
Hablando de granadas, las armas de que dispondremos en esta aventura son, por lo general, interesantes y carismáticas: desde la personalísima e intrasferible P99 con su silenciador opcional al rifle de francotirador protagonista de ciertas partes en algunas misiones, pasando por numerosos tipos de fusiles y ametralladoras.