Resident Evil 5
¿Survival horror?
Lo peor que le puede ocurrir a un videojuego es, sin duda, venir precedido por una expectación desmesurada. En nuestro sector hemos visto infinidad de casos en los que el producto final no se ajustaba a lo esperado tras una potente campaña mediatica o a las promesas de los desarrolladores, provocando el descontento del público y un recibimiento frío por parte de la prensa especializada. La última entrega de la saga Resident Evil se erigirá como un más que probable éxito de ventas y será acogido con entusiasmo por la mayoría de sus seguidores, pero para los demás supondrá una pequeña decepción, no por sus valores de producción, a todas luces excelentes, sino por un evidente estancamiento en una formula caduca y por suponer una fallida oportunidad de oro para renovar una serie que permanece peligrosamente anclada en planteamientos jugables pertenecientes a tiempos pasados.
Probablemente lo mejor de Resident Evil 5 para los fans sea su historia, que de una vez por todas (aunque con esta saga uno nunca puede estar seguro) otorga una conclusión al arco argumental que inició en 1996 el primer Resident Evil. Todos aquellos componentes que nos enamoraron (conspiraciones, traiciones, armas biológicas, paranoia y, por supuesto, zombies) están presentes en el juego, unidos a numerosos guiños y apariciones directas o indirectas de personajes de anteriores entregas.
Este ejercicio de auto-homenaje hace de Resident Evil 5 un título esencial para los seguidores de la saga, pero también un juego difícil de entender para quien no conozca la densa trama que ha ido acumulando la serie durante la última década. Ni siquiera la presencia de pequeños resúmenes durante los tiempos de carga solventa esa sensación de no enterarse de la misa la mitad que puede producir RE5 en quienes no conocen al dedillo la historia que rodea a la Corporación Umbrella.
El principal problema que tiene Resident Evil 5 es que en ningún momento llega a sorprender. A lo largo de las doce horas que nos puede llevar completar el juego por primera vez hay diversos giros de guión, pero todos ellos son tremendamente previsibles para quien conozca mínimamente la saga. Y no es sólo un defecto de su parte argumental, sino que a nivel jugable ocurre exactamente lo mismo, con una total ausencia de puzzles y de situaciones que cojan al jugador por sorpresa. En ningún momento se aprecia la más mínima sensación de incertidumbre por saber qué nos encontraremos tras la siguiente esquina, y el desarrollo puede tornarse tópico al basarse exclusivamente en ir atravesando zonas eliminando a manadas de enemigos, algo que puede ser aceptable en un shooter en primera persona, pero no en una aventura como es un Resident Evil.
Porque lo cierto es que Capcom ha apostado más que nunca por la acción en detrimento del componente de terror, que en esta nueva entrega es prácticamente inexistente. Sí, hay muchos "infectados" y bichos mutantes, pero aquella tensión a la espera del siguiente susto presente en las primeras entregas ha desaparecido por completo en Resident Evil 5. La nueva entrega es un impecable ejercicio de pirotecnia y espectacularidad al más puro estilo del cine de acción de Hollywood, pero por momentos también una monótona ensalada de tiros y clichés demasiado sobados.
La verdad es que si no tenemos en cuenta los toques cooperativos que aporta nuestra interacción con Sheva a lo largo de la aventura, el resto del apartado jugable de Resident Evil 5 es prácticamente idéntico al que ya disfrutamos en su cuarta entrega. Se mantiene la cámara sobre el hombro, el apuntado mediante la mirilla láser que incorporan las armas, e incluso la asignación de botones es la misma a la que estamos acostumbrados. Algo que puede verse como un punto a favor, al estar basado en uno de los juegos más galardonados de la anterior generación, pero que también supone el lastre más criticable de esta nueva entrega. Sinceramente, la total falta de innovación en este apartado por parte de sus creadores resulta preocupante, y es la principal causante de que RE5 no sea el juego que muchos esperábamos disfrutar.
Resulta irónico que Resident Evil, una saga que comenzó plagiando sin tapujos al Alone in the Dark de Frédérick Raynal (desde el esquema de control al uso de cámaras; incluso el momento más recordado del primer Resident Evil - los perros entrando por el ventanal- era un calco del inicio de AITD), haya sido incapaz de incorporar las mejoras que otros juegos del género han introducido desde hace años. El caso más flagrante se encuentra en el prehistórico sistema de combate, que no nos permite apuntar y disparar mientras nos movemos, acompañado además de un movimiento de cámara lento. Hemos escuchado docenas de veces a los responsables de Capcom justificándose en que así se añadía más tensión al desarrollo, pero tras esas declaraciones se esconde una realidad que muestra que juegos como Deep Fear o Dead Space tenían un control mucho mejor y más avanzado sin que ello afectase a la ambientación, sensación que se acrecenta al comprobar que Resident Evil 5 es más un juego de acción que no un survival horror. Por lo menos esta quinta entrega mejora el arcaico inventario, que ya no pausará el juego cada vez que accedamos a él. Sí se mantiene, sin embargo, el limitado número de ítems que podemos llevar, y que además no es ampliable mediante la adquisición de chalecos.