Resident Evil Revelations
Entre el pasado y el presente.
La serie Resident Evil inició su andadura en 1996; año en que apareció para PC y PlayStation su primera entrega. Pese a no corresponderle el mérito de la invención del género, que ya contaba con antecedentes tales como Sweet Home (Capcom, 1989), Alone in the Dark (Infogrames, 1992) o Clock Tower (Human Entertainment, 1995), este grandísimo juego sí le dio nombre y le imprimió, además, un empaque cinematográfico que contribuyó de manera decisiva a su popularización.
Muchas son las cosas que han cambiado desde aquella inquietante mansión prerrenderizada hasta el Queen Zenobia, ese buque tridimensional que hoy cabe en la palma de tu mano; pero sin duda el gran punto de inflexión tuvo lugar en 2005, año en que ve la luz Resident Evil 4, uno de los Capcom Five para Gamecube. Alabado por unos y criticado por otros, este fantástico juego orientó la franquicia hacia la acción directa y sin tapujos, y convirtió en un estándar de la industria su famoso encuadre "cámara al hombro."
Resident Evil Revelatios vendría a constituir, remakes y refritos varios incluidos, el vigésimo título de la serie, segundo para Nintendo 3DS en apenas un año de vida, y trae bajo el brazo, aparte de las flamantes 3D que parecen estar hoy tan en boga, una doble y ambiciosa promesa:
El compromiso solemne de retroceder a la época del survival clásico, cuando el género aún sabía contener la respiración y manejaba con habilidad de prestidigitador adrenalina y pausa. Compromiso, este de rememorar el pasado, tan recurrente en la actualidad que prácticamente puede ser considerado desde ya como una seña de identidad más del género.
Con objeto de mitigar el carácter liviano o menor que siempre pende sobre un título destinado a una plataforma portátil, desde Capcom se apresuraron a asegurar, además, que su juego sería un Resident Evil mayúsculo, con una trama perfectamente engarzada en la línea argumental de la franquicia y capaz, en definitiva, de mirar de tú a tú a los últimos episodios aparecidos.
Se antoja complicado pretender recuperar una fórmula pretérita tomando como modelo entregas actuales.
Se antoja complicado, no obstante, pretender recuperar una fórmula pretérita tomando como modelo entregas actuales y, en este sentido, a Revelations le puede hasta cierto punto su exceso de ambición.
Por un lado se las apaña para recordar, aunque de manera un tanto plana, a los capítulos cuarto y quinto de la serie. Jugablemente resulta sólido y técnicamente trabajado, pero salvo momentos muy puntuales, carece de la contundencia que sólo es capaz de ofrecer una consola de sobremesa. Además su historia, situada precisamente entre Asturias y África, posee un interés discreto y capitalizado, en cierta medida, por la presencia en el reparto de Chris Redfield y Jill Valentine, protagonistas de la primera entrega.