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Resistance 2

La redención de Nathan Hale.

Seamos sinceros: PlayStation 3 necesitaba cuanto antes un juego de acción en primera persona que rivalizara con el Halo 3 de Xbox 360. Killzone 2 estaba llamado a ocupar esa posición, aunque sus innumerables retrasos y eterno periodo de desarrollo le han desplazado a un segundo plano. Cuando Sony anunció un FPS de Insomniac como título de lanzamiento para PS3, las masas estallaron de alegría. Al fin y al cabo, Insomniac era un estudio muy competente (ahí está el excelente Ratchet & Clank para desmostrarlo) y las primeras imágenes daban una buena impresión. Pero en contra de todo pronóstico, al final resultó que Resistance Fall of Man era un soldado raso, no un líder inspiracional. Y eso, a los ojos de los fans del género, era un completo fracaso.

Así que no era de extrañar que el anuncio de una segunda parte tuviese una acogida escéptica entre muchos jugadores; al fin y al cabo, era complicado que el juego variase lo suficiente como para convertirse en un triple A. Pero Insomniac ha conseguido pulir Resistance 2 tanto que ni siquiera parece una continuación de su predecesor. Quizás sea el cambio de localización, de la fría y gris Inglaterra a la compleja y variada América, o a un guión que, pese a estar plagado de clichés y puntos poco claros, resulta muchísimo más atractivo que el de Fall of Man (y que empieza justo en el momento en que acaba el primer juego). Incluso el protagonista, Nathan Hale, tiene una mayor profundidad... ¡y habla!

Aspectos básicos como el control o el sistema de salud son lo primero que apreciaremos que ha cambiado. Respecto a este último, se abandona la clásica barra de energía dividida en cuatro franjas recargables que lucía el primer Resistance por el actual sistema de moda, basado en la presencia en la pantalla de una neblina roja cuando estemos a punto de morir. Una novedad cuanto menos criticable, puesto que el viejo sistema era quizás uno de los puntos más inspirados de la primera entrega. El control también ha sufrido bastantes cambios, aunque en esta ocasión para bien: disparo primario y secundario en los gatillos derechos, L1 para apuntar y L2 para correr y agacharse. Es un esquema que funciona muchísimo mejor y que dota a Resistance 2 de un dinamismo mucho mayor que el de su antecesor.

El arsenal es uno de los puntos básicos de todo shooter, y en este aspecto Resistance no defrauda en absoluto. Para empezar tiene el honor de poseer unas de las pistolas más útiles que hemos visto en un FPS, puesto que aparte de su modo principal de ataque también pueden hacerse detonar sus balas a distancia pulsando el botón de disparo secundario. El resto de armas, tanto del bando humano como del Quimera, está bastante equilibrado y permite afrontar con éxito todo tipo de situaciones, aunque tal y como era de esperar, muchas de ellas repiten de la entrega anterior, como el Bullseye o el Perforador (que sin duda es el mejor arma de todo el juego, con su posibilidad de disparar a través de las paredes). A pesar de que Hale sólo podrá llevar dos armas a la vez, nunca tendrás la sensación de que estás cogiendo una arma peor o más aburrida al tener que abandonar la que llevas en ese momento porque se te ha acabado la munición.

En buena parte gracias al gran motor gráfico implementado en el juego, Insomniac se ha podido recrear especialmente con la creación de algunos de los nuevos enemigos finales. Por ejemplo, el enfrentamiento contra el kracken (una especie de pulpo gigante) resulta bastante inspirado y divertido. U otro con una criatura que será especialmente familiar a los fans de la serie de televisión Lost. Pero obviamente la estrella de la función es el Leviathan, una quimera a lo Godzilla que ataca la ciudad de Chicago, y a la que tendremos que hacer frente. El cómo ya lo descubriréis, pero es quizás uno de los momentos álgidos del juego y sin duda el más espectacular.

Pero no todos los enemigos están tan bien diseñados. Ahí están por ejemplo las Furias, una especie de quimeras acuáticas indestructibles, cuyo único propósito real es evitar que el jugador explore con libertad las zonas acuáticas saliéndose del recorrido fijado. O los Drones, que por momentos resultan exasperantemente pesados o repetitivos. Lo mismo que los Camaleones, unas criaturas con camuflaje óptico (idéntico al de la película Depredador de John McTiernan) que ejercen de recurso estilístico barato para provocar algunos sustos.

Ese es quizás el gran problema de la campaña de Resistance 2, su irregularidad. Al igual que ocurre con el bestiario de las Quimera, la variedad de situaciones alterna momentos brillantes (como la batalla con una horda de más de treinta zombies en un cine a oscuras) con otros monótonos y demasiado parecidos a los ya vistos en otros juegos (el asalto a la nave Quimera). En todo caso, y aún contando con estas subidas y bajadas del ritmo, el modo historia es bastante competente y ofrece a los usuarios de PlayStation 3 una experiencia similar a la épica de uno de los emblemas de su máxima competidora, Halo 3.