Resonance of Fate
Un juego de culto.
El steampunk es un sub-género de la fantasía y la ciencia-ficción que nos tiene demasiado bien acostumbrados, no se sabe a ciencia cierta el motivo pero sus mundos y relatos suelen ser atrayentes y seductores; y de nuevo, este que nos ofrece Resonance of Fate no es una excepción. El último título desarrollado por Tri-Ace nos transporta a un planeta Tierra reducido a cenizas y en el que los seres humanos se han visto obligados a construir una gran torre en la que protegerse de la contaminación que asola al mundo de abajo. Basel, esta gran construcción hecha de engranajes, correas y roca es el último reducto el que se agolpan los supervivientes de una catástrofe desconocida. Formada por numerosas plantas esta colosal estructura tiene a la población dividida; mientras que los ricos viven arriba, donde el aire es más puro, los más pobres se ven obligados a salir adelante en medio de las malas condiciones y el deterioro que se da en los pisos inferiores.
Es en este contexto en el que nos encontramos tras pulsar START en el menú principal y conocemos por primera vez a los tres personajes que nos acompañarán a lo largo de este gran viaje en forma de JRPG. Son Vasheron, Zephyr y Leanne, los tres miembros de una banda de mercenarios que trabaja cumpliendo los trabajos sucios que les encarga la aristocracia de los niveles superiores y de los que poca cosa más sabemos. Depende de nosotros que avancemos en la historia y vayamos descubriendo quiénes son y cual es su misión. También corre de nuestra parte descubrir la verdad oculta que hay detrás de la gran ciudad de Basel; sin embargo, y como podemos comprobar a lo largo de las 40 horas que nos llevará superar la historia principal, el foco de atención está en en todo momento en los tres personajes y no en el mundo.
La historia de este mundo es secundaria si la comparamos con todo lo que tenemos que desentrañar de los personajes, y esto tiene una explicación. La puesta en escena de las ciudades, mazmorras, fábricas y demás escenarios que visitaremos está tan trabajada que ya habla por sí sola; es una ambientación que nos describe y nos pone en situación a través de apagadas estampas de pueblecitos industriales, nostálgicos carteles que parecen hablar de tiempos pasados, una arquitectura compleja y barroca, lamparas de gas de formas sinuosas, la luz filtrándose entre cristales rotos y maquinaria... Es en medio de esta sublime ambientación que se nos va contando la historia, con cuenta gotas, a partir de pequeñas misiones, y de forma progresiva el jugador se va dejando hipnotizar por este mundo.
La forma de movernos por esta colosal torre de niveles y sub-niveles es otro de los elementos que hacen de este título algo distinto. El mapa del mundo está compuesto por hexágonos como si fuera un juego de tablero y cuando estamos en él se adopta una perspectiva isométrica que bien podría ser la de un título de rol táctico como por ejemplo Vandal Hearts. Al principio la mayoría de estos hexágonos están cerrados y nos nos dejarán avanzar, para desbloquearlos es necesario utilizar las llamadas 'células de energía', que deberemos rotar hasta que adquieran la forma del área del mapa a la que queremos tener acceso. Estas piezas tienen diversas formas y funciones y nos hacemos con ellas librando combates y derrotando a los enemigos.
A medida que vamos desbloqueando nuevas áreas del mapa nuestro trío de protagonistas tiene un mayor terreno para explorar, pero también es muy habitual encontrarse con hexágonos de un color distinto que requieren de medidas especiales, para desbloquearlos necesitamos células especiales que obtenemos de algunos PNJs o llevando a cabo misiones específicas. Esta mecánica ha permitido a los diseñadores del juego controlar hasta cierto punto nuestro progreso en la torre pero sin coartar de forma radical nuestra libertad de acción, y es que a diferencia de un JRPG absolutamente lineal como es Final Fantasy XIII este nos deja explorar su mundo y poder decidir en que orden queremos hacer las cosas.