Rock Revolution
(I Can't Get No) Satisfaction.
No, por mucho que en el subtítulo de este artículo se cite la famosa canción de los Rolling Stones esto no quiere decir que esté incluida en el tracklist de este Rock Revolution. Como os podréis imaginar, la elección del subtítulo obedece a motivos no tan favorables. Veamos el porqué.
Recuerdo cuando descubrí Guitar Hero hace ya unos añitos y cómo me enamoré de él. Tampoco he olvidado cómo al explicar lo bien que me lo pasaba con aquella genuina guitarrita de plástico (nada que ver con las virguerías que hacen hoy en día) algunos lo tacharon de no ser más que un clon de un tal Guitar Freaks que –por lo visto– todo el mundo sobre la faz de la tierra parece haber jugado excepto un servidor. Este juego de Konami era muy anterior al título desarrollado por Harmonix, incluía ya una guitarra como accesorio para jugar, y realmente hay que reconocerle el hecho de ser un auténtico pionero. Por esto mismo, cuando Konami anunció que volvía a los ruedos con la intención de competir con Guitar Hero y Rock Band la cosa se puso muy pero que muy interesante.
De hecho, Konami nunca ha dejado de hacer juegos musicales, sin ir más lejos acaba de aparecer un nuevo Guitar Freaks (la decimoséptima versión, para ser más exactos) y también tienen otras muchas sagas musicales como Beatmania, Dance Dance Revolution, DrumMania o Keyboardmania. Todos ellos bajo el respetado sello de la división de juegos Bemani, sin duda, una o “la” referencia del género. Con todos estos antecedentes la caída es siempre más dura.
Me sumo a la opinión de varios analistas de videojuegos que opinan que el gran defecto de Rock Revolution es precisamente la existencia de Guitar Hero y Rock Band, dos juegos cuya calidad es muy superior en todos los aspectos. Si Rock Revolution hubiera aparecido antes que el primer Guitar Hero o incluso a la par, quizás habría tenido alguna posibilidad de convertirse, gracias a las progresivas mejoras, en un juego a tener en cuenta hoy en día, pero ahora mismo lo mejor es huir de él.
En primer lugar es necesario comentar que Rock Revolution no viene con un set de instrumentos propio como sus competidores. Sí que existe una batería con 6 parches y pedal, pero sólo se encuentra a la venta en Estados Unidos y parece que no hay planes de que llegue por aquí. Afortunadamente el juego es compatible con los instrumentos de Guitar Hero y Rock Band, y puedes mezclarlos como te venga mejor. Si la experiencia con el juego mejora al usar la batería específica de Rock Revolution eso no lo sabemos, aunque lo dudamos; en cualquier caso, para hacer este análisis hemos utilizado instrumentos diversos de la saga Guitar Hero.
En cuanto a la mecánica de juego no hace falta extenderse mucho si ya conocéis el funcionamiento de este tipo de juegos; lo mismo de siempre, se trata de acertar las notas que caen de la parte superior de la pantalla para que la canción suene bien y no chirríe. Si acertamos varias notas seguidas aumenta el multiplicador de puntuación, sigue estando presente una especie de energía estrella que nos multiplica los puntos y también están los hammer-ons y pull-offs. A todo esto, se añade una curiosa novedad que me parece bastante interesante, se trata de las notas envenenadas. Nos las encontraremos sólo en algunos retos y consisten en unas notas que si las tocamos, además de rompernos la cadena de notas, nos pueden llevar a la ruina, ya que al pasarnos del límite que nos imponen habremos perdido. Son una pequeña novedad que no está mal para dar algo de variedad a algunas canciones y vendría a equivaler a cuando tocas una nota que no es la correcta.
Tal como hemos dicho en la pantalla seguimos viendo el mástil con las notas cayendo hacia abajo, pero a diferencia de GH y RB en Rock Revolution se da la peculiaridad de que este pentagrama no muestra perspectiva sino que se ve completamente plano. Es una de característica habitual de los juegos musicales de Konami, que en lugar de verse en una perspectiva a estilo Klax son más Tetris. Y lo cierto es que esta particularidad es bastante molesta por el hecho de que las notas pueden verse con muchísima menos anticipación y hace que parezca que las notas van más rápido. Me corrijo, van más rápido (en todos los niveles de dificultad) y nos obliga a jugar mirando con mayor atención a la pantalla. Si a esto le sumas los continuos destellos epilépticos de los focos que hay por el escenario la experiencia se vuelve algo mareante hasta para alguien con muchas horas de guitarreo virtual a sus espaldas.