Saints Row 2
El complejo de Peter Pan.
Saints Row 2 responde exactamente a lo que habitualmente se entiende por “secuela”: es una reiteración ampliada y mejorada de un juego anterior. En este caso concreto cabe preguntarse si se trata de una secuela de Saints Row o de GTA: San Andreas, pero es que el parecido entre ambos era ya tan clamoroso que quizás la cuestión esté ahora fuera de lugar. El caso es que esta segunda parte se nos presenta después del maremoto GTA IV, cuando la evolución de la franquicia de Rockstar ha dejado vacante el puesto de simulador de delincuente irresponsable, irredento e inconsciente. Y, querido lector, el juego desarrollado por Volition Inc. viene con el examen preparado de casa en todas sus encarnaciones (Xbox 360, PS3 y una anunciada versión para PC, aún sin fecha de lanzamiento oficial). Como buena secuela, pues, retomaremos a nuestro personaje tras los eventos acontecidos al final de Saints Row. En la sala de recuperación de la cárcel de Stilwater despertaremos de un estado comatoso para descubrir que, durante nuestra convalecencia, todo nuestro imperio mafioso se ha desmoronado y será nuestro objetivo hacerlo renacer de sus cenizas cual fénix extorsionador y mamporrero. Durante el tutorial mismo podremos ver lo que nos espera durante el resto del juego: un aspecto técnico solvente pero tosco, un control inmediato pero poco flexible, un diseño poco inspirado y poco elegante y una pregunta que responder: ¿obviaremos todos estos tropiezos si el juego es lo suficientemente divertido? Para responder a esta pregunta, Saints Row 2 nos exige pasar por el aro de su propio lenguaje y su peculiar modo de plantarse en el mundo. Nos obliga en cierta medida a compartir su evidente complejo de Peter Pan para poder disfrutar con él.
I don´t wanna grow up. - T.W.
Luego de habernos enfundado el traje verde de Peter Pan, descubriremos que Saints Row 2 es un juego asombrosamente rebosante de contenido: no deja un momento de respiro y siempre, constantemente, hay algo que hacer. Quizás sea embadurnar chalets de lujo con aguas fecales, quizás sea una carrera urbana contrarreloj, quizás una competición de Destruction Derby o una pelea a puño descubierto contra dos mastuerzos inmensos. Siempre hay graffitis que pintar, bandas rivales a las que retar, pisos francos que decorar o coches que tunear. Es, en este sentido, un título muy completo: un cajón de sastre donde caben minijuegos, misiones y actividades secundarias, parodias de otros videojuegos (Dead Rising, sin ir más lejos) y, además, un modo historia con misiones principales que requieren que dediques tu tiempo a todos estos empeños extra si quieres ganar el respeto suficiente como para poder jugarlas y hacer avanzar la trama.
Y es que si hay algo realmente digno de mención en este título es que llevar a cabo la práctica totalidad de las actividades que propone resulta algo divertido; es un juego variado que lo pone todo de su parte para que cualquier jugador encuentre en él algo con lo que divertirse: podremos hallar rápidamente a nuestra revoltosa Campanilla si la sabemos buscar. Se convierte así en candidato ideal tanto para aquél que quiera pasarse una tarde sembrando el caos a su antojo en un entorno urbano -bastante soso pero lo suficientemente realista y amplio- como para quien sólo disponga de un rato y quiera dedicarse, por ejemplo, a picarse con los colegas en una competición de divertido y sano vandalismo online. En este sentido sí cabe decir que la secuela de Saints Row es un producto equilibrado, ya que es una experiencia auténticamente entretenida para un solo jugador, en el elaborado modo cooperativo online (para dos jugadores) y en el frenético multijugador, con hasta doce participantes.