RetroNavidades
Santagaming del Vintage Fermoso.
Imaginen por un momento que Cliff Bleszinski decidiera ambientar su próximo espectáculo de mostrencos armados hasta los dientes en una Finlandia post-apocalíptica donde los renos de Papa Noel han mutado hasta convertirse en feroces (y muy cabreadas) bestias vampíricas. O que David Cage, el responsable de juegos como Fahrenheit o el futuro Heavy Rain, escribiera un guión de 3.569 páginas para un videojuego basado en la vida privada de Santa Claus. Desde originales Quick Time events en los que controlar el estrés durante el reparto navideño hasta intensísimas secuencias de drama interactivo relatando su intrínseca soledad durante el resto del año. ¿Acaso no sería posible que Ubisoft Montreal decidiera localizar la tercera entrega de Assassin's Creed en los recuerdos de aquel obispo cristiano llamado Nicolás en los valles de Licia durante el siglo IV? ¿Lo consideran ustedes demasiado marciano?
Hoy en día los videojuegos son un ejemplo descarado del auténtico significado que suponen para nosotros estas festividades; consumo exacerbado bajo la hipócrita máscara de paz y concordia made in El Corte Inglés. Como todos ustedes saben, representa el periodo idóneo para lanzar hypeantes cracks y agotar las existencias de consolas en medio mundo.
Ante esta coyuntura, podrían pensar que más allá de Villancico's Singstars o Sackboys con barba de pega, a ninguna compañía le sería rentable invertir su dinero en juegos basados en la figura de Santa dado su estricto periodo de caducidad; que mas allá de la primera semana de enero habrían perdido toda vigencia. Este hecho, que ciertamente ha sido una realidad en la historia de las máquinas recreativas (exceptuando algún Mahjong con asiáticas dándonos la bienvenida de aquella manera y poco más), no necesita de fiestas y pascuas para evidenciar que aun así la industria intenta dirigirnos por donde le conviene. Al fin y al cabo, la durabilidad de muchos títulos que se anuncian a bombo y platillo en estas u otras fechas pecan de la misma longevidad hasta la llegada de nuevos triple A, ¿verdad?
Echando un vistazo al pasado podemos ser testigos de las hipótesis expuestas en las primeras líneas del artículo, pero con carácter retroactivo. Ni mas ni menos que la adaptación de los convencionalismos de la época para fabricar productos, la mayoría de ellos espectacularmente bizarros, con la figura navideña por excelencia como protagonista absoluto. De eso y mucho más trata esta refrescante y megachisposa introspección que se disponen a leer. Vamos a ello, pues, que hay mucha tela que cortar.
My Christmas Gift Want To Kill Your Mama
Y es que más de uno tuvo buena gana de cometer parricidio al encontrarse entre sus regalos una copia retractilada de, pongamos como primer ejemplo, Special Delivery Santa´s Christmas Chaos (1984). Habiendo por aquellos años juegos tan esperados como Ghostbusters, Spy v.s Spy, Babaliba o Knight Lore, no es de extrañar que de esa estirpe de niños resentidos hayan salido los mejores redactores que el medio nos ofrece hoy día.
Desarrollado por Creative Sparks en Commodore 64, Spectrum y Atari XL/XE, Special Delivery inaugura una larga serie de títulos cuyo único objetivo es repartir regalicos a lo largo y ancho del globo utilizando el consabido trineo. Pilotar a Santa como en un juego de naves de scroll horizontal tenía su gracia pese al austero (muy por debajo de las posibilidades de la época) aspecto gráfico que presentaba. Lastre que se fue repitiendo a posteriori debido al escaso interés de las desarrolladoras más populares en crear juegos de este tipo. Situación que, por ejemplo, deja totalmente huérfano el catalogo de sistemas como Atari VCS2600, Vectrex y Odissey en lo relativo a productos navideños.
Curiosamente, a punto estuvo Mattel Intellivision de sacar algo parecido durante 1984. Se trataba de un título llamado Happy Holidays que incluía tres juegos en el mismo cartucho, siendo uno de ellos Santa's Helper. La compañía estimó que no había mercado para todo esto y se dio carpertazo al asunto, pero la segunda mitad de los 80 demostró lo equivocado que estaban. Ahí tenemos como pistoletazo de salida al propio Special Delivery compitiendo con Merry Christmas Santa (1984) para Spectrum y BBC Micro o la aventura conversacional de Melbourne House en Commodore 64 titulada escuetamente como Merry Christmas. Todo sea para confundir al comprador, ¿eh?
Otro juego sin la implicación directa de San Nicolas pero muy arraigado en estas celebraciones fue The Snow Man (1984/85), desarrollado por David Shea y distribuido en el Reino Unido por Quicksilva para Spectrum, Commodore 64 y MSX (Investronica hizo lo propio en España). Estaba basado en el popular cuento de Raymond Briggs (1978) y que cosechó un éxito notable debido a su adaptación animada a cargo de Dianne Jackson (nominada para los Oscars de 1983, ahí es nada). En la versión computerizada manejamos al niño protagonista tratando de ir recogiendo elementos para recrear al hombre de nieve y dotarle de vida, en una sucesión de pantallas en bucle que irá aumentando su dificultad mientras esquivamos bichos varios y procuramos no caernos de las plataformas. Un ángel o bien una monja con alas, según se mire, nos recogía en el lecho de muerte si fallábamos en nuestro cometido.
Conceptos a medio camino entre el membrillismo y la horterada aguda seguirían invadiendo las sucesivas navidades, como bien lo ejemplifica A Popples Christmas Adventure (1986) para Commodore 64, basada en la línea de adorables osos y conejitos edulcorados que nuestras hermanas o primas treintañeras todavía conservan en algún rincón de sus casas junto a los posters de Glenn Medeiros y Kirk Cameron. Como no podía ser de otra forma, los bajos fondos del catalogo Spectrum nos traerían psicodélicas y ásperas adaptaciones de Santa con un toque menos mainstream como Summer Santa (1986) y The White Door Crisis at Christmas (1987), empezándose también a aprovechar personajes populares como Montey Mole. Este peculiar topo basado en Arthur Scargill (quien lideró importantes huelgas de mineros en el reino unido allá por 1984/85) protagonizó el primer juego de la extinta Gremlim cosechando diversas secuelas hasta 1990. La que nos ocupa (Moley Christmas) fue un obsequio de la revista Your Sinclair en enero de 1988, adaptando el entorno gráfico de Auf Wiedersehen Monty en un mini juego de tan sólo seis pantallas tan marciano como los anteriores.. Con estas producciones la navidad consiguió dejar cierta huella en la industria, pero sin duda la edad de oro del Xmax Píxel que estaba por llegar acabaría por dejarlas indudablemente a la altura del betún.