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Shadows of the Damned

¡Magnífico!

Resulta curioso el poco ruido que ha hecho el lanzamiento de Shadows of the Damned, un juego en cuyos títulos de crédito podemos encontrar a tres de las actuales grandes estrellas del software lúdico japonés: Goichi Suda, Shinji Mikami y Akira Yamaoka. Es curioso también que llegue a las tiendas casi al mismo tiempo que Duke Nukem Forever, un título con el que tiene más cosas en común de las que podría parecer a priori: ambos hacen gala de un humor inmaduro, descarado y muy pasado de rosca, y ambos se apoyan en gran medida en el arrollador carisma de sus protagonistas.

Shadows of the Damned es un juego inequívocamente surgido de la estrambótica mente de Suda 51. Ahí están la actitud punk, el guión delirante, la broma gamberra y, como no, los detalles extravagantes tan propios del creador de Killer 7. Y aunque al principio de la aventura se autodefine como una road movie, su estilo es más propio del grindhouse, ese subgénero recientemente resucitado por Quentin Tarantino y Robert Rodríguez (no es casual que Abierto Hasta el Amanecer sea una de las películas favoritas de Suda).

'My name is Garcia Fucking Hotspur, hunter of demons and slayer of pendejos like you!'

De hecho Garcia Hotspur, el protagonista de Shadows of the Damned, guarda no pocos paralelismos con Travis Touchdown, su homólogo en No More Heroes. Chulo y sobrado de amor por si mismo, este cazador de demonios mexicano, forzado a adentrarse en el mismísimo infierno para rescartar a su novia, Paula, de las garras del vengativo Fleming, forma equipo con un ex-demonio llamado Johnson que parece más bien una navaja suiza: tan pronto es una pistola o una antorcha como se convierte en una moto o te explica un chiste de lo más soez. El desquiciado humor de los diálogos entre la pareja son uno de los puntos álgidos de un juego plagado de detalles y guiños, como el homenaje a Evil Dead 2, a Holocausto Caníbal o el puente de tetas. Habrá quien no le verá la gracia a tantos chistes con los genitales como temática casi principal, pero la coña del Big Boner, por ejemplo, es una de las que más gracia me ha hecho en un videojuego en los últimos tiempos.

Por otro lado, la influencia de Mikami se nota exclusivamente en el apartado jugable, y más en concreto en su sistema de combate. Parecido a Resident Evil 4 (con la cámara al hombro y el apuntado con el típico láser rojo) pero menos restrictivo, Shadows of the Damned es bastante más dinámico: puedes moverte mientras apuntas, hacer volteretas para esquivar los enemigos o pulsar un botón para girar darte rápidamente la vuelta. Pero es extraño, especialmente viniendo del creador de Vanquish o Bayonetta, que los movimientos, aunque rápidos, sean algo toscos y menos fluidos de lo deseable, o que la IA de los enemigos sea más bien discreta. Los jefes finales, en cambio, sí vuelven a recordar al mejor Mikami.