Shift 2: Unleashed
¿Te gusta conducir?
Dejando de lado (menos por desarraigo que por darla ya por supuesto) la marca Need for Speed, Shift 2: Unleashed llega para reclamar su posición en el género de la conducción haciendo mucho ruido (recordemos esos vídeos promocionales llenos de rugidos de motor, magníficamente introducidos en el juego) pero optando por, de una manera muy inteligente, no competir con Gran Turismo 5 y Forza 3 en su vertiente de pornografía para fanáticos del coche como máquina, como objeto, sino esforzándose más en captar la intensidad de las carreras de coches en su forma más descarnada, más emocional, y lo consigue con una soltura que asusta.
Que el juego de Slightly Mad Studios (que también hicieron el primer Shift) quiere ser un juego de carreras serio, más del lado de la simulación, es algo que se nota desde el minuto uno: para empezar, el juego nos coloca directamente en la cámara interior, la cámara oficial de los jugadores serios, de los que usan el cambio de marchas manual. Y por mucho que no estemos acostumbrados a esta cámara o seamos más de arcades, en Shift 2 vamos a usarla: no sólo porque es mejor que la exterior, sino porque es desde dentro del coche desde donde sacaremos todo lo que el juego tiene que ofrecernos.
También es un detalle significativo el hecho de que, como se dijo en alguna entrevista, se haya reducido conscientemente el número de coches en favor de un desarrollo centrado en conseguir representar fielmente las emociones del que conduce un coche a 200 kilómetros por hora intentando quedar por delante de otra gente que también conduce a 200 por hora; es por ello que Shift 2 no compite con aquellos juegos ya mencionados y con los que inevitablemente lo comparán: es relativamente creíble que Slightly Mad hayan preferido centrarse en conseguir la mejor experiencia de carrera reconduciendo el tiempo de desarrollo que se habría tenido que dedicar a conseguir un número de vehículos superior (aunque los casi 150 que tiene son una cifra más que razonable), sobre todo en vista a los resultados. Shift 2 no es un Pokémon: aquí el fin no es hacerse con todos sino competir contra todos.
El modo principal de juego, aunque no presenta ninguna novedad remarcable (se trata de ir superando carreras una por una hasta llegar al último campeonato y entrar en el podio), sí que tiene una serie de detalles que hacen de Shift 2 un juego moderadamente distinto. Para empezar, está el hecho de que cada prueba funcione en sí misma como un pequeño microcosmos, con sus diferentes misiones, sus retos, sus curvas a dominar, etc. Este overbooking de cosas que hacer, que de estar mal llevado podría hacer que la experiencia de juego resultara pesada y excesivamente espesa, funciona fabulosamente por el hincapié que hace el juego en el hecho de que llegar el primer no es lo más importante: puedes pasar quedando entre los tres primeros, y creedme cuando digo que en muchas ocasiones conseguir el tercer puesto lo sentiremos como un logro equiparable al de llegar a la cima de uno de los catorce ochomiles.
Esto es en gran parte porque los rivales controlados por la inteligencia artificial no parecen ser máquinas bobas siguiendo una línea marcada en el camino: al contrario que en tantos juegos de coches, aquí da la sensación de que realmente no quieren chocarse, como si tuvieran tanto miedo como tú de sufrir un choque que puede desbaratarles la carrera en un momento. Porque chocarse, y aquí entra en juego el componente de simulación del juego, es una gran faena: podemos ir olvidándonos de utilizar a los oponentes para chocarnos contra ellos y dar curvas cerradas más fácilmente o de ir brutalmente contra un muro y luego seguir tan tranquilamente, porque aquí un roce a una velocidad demasiado elevada puede relegarnos a una última posición de la que no es nada difícil salir. La IA funciona a las mil maravillas y no es sencillo conseguir primeras posiciones a no ser que realmente nos concentremos y conduzcamos como Dios manda.