Sid Meier's Civilization Revolution
Reinventando la rueda.
El lanzamiento -de la mano de Firaxis y 2K Games- de Civilization Revolution, la más reciente entrega de esta legendaria franquicia, nos presenta un Civilization pensado y diseñado ex novo para ser jugado en consola, territorio habitualmente considerado hostil para los juegos de estrategia, y en eso mismo consiste el espíritu revolucionario del que hace gala en su propio título. Ante el dilema de cómo conseguir trasladar fielmente el espíritu de los juegos de estrategia de PC al mercado consolero, el nuevo Civilization ha optado por partir el nudo por el medio y reconstruirse por completo en vez de tratar de reciclar una versión anterior. El resultado: un Civilization diferente y dirigido a un público diferente, pero que ha tratado por todos los medios posibles de seguir fiel a sus principios e incorporar todas las características que le hacen ser lo que es.
"La cuestión está en saber quién manda aquí" - Humpty-Dumpty
Recuerdo que mi abuela siempre quedaba fascinada, cuando yo le enseñaba algún videojuego, por el hecho de que ese señor pequeñito que aparecía en el televisor hiciera lo que yo le decía, así sin rechistar. Y es que los jugadores damos por descontado que, de entre las muchas sensaciones gratificantes que los videojuegos nos regalan, quizás no sea la menor la de ser ciegamente obedecidos por alguien. Admitámoslo: si disponer de pleno control sobre un pequeño avatar en una pantalla resulta divertido y reconfortante, ¿qué puede haber mejor que ser obedecido, no ya por uno, sino por el equivalente directo de cientos, miles o millones de individuos? El poder absoluto divierte absolutamente y esta verdad está en el origen del inmenso éxito y la popularidad de que los juegos de estrategia han gozado ya desde sus mismos inicios.
Las sucesivas encarnaciones de Civilization nos han puesto en la piel de ese lider que, comenzando con apenas un poblado de barracas de paja y piedra, termina por levantar –turno a turno- un imperio global y expandir su poder hasta las profundidades mismas del espacio exterior. Mientras otros juegos se han especializado en aspectos concretos como la gestión económica (los diferentes Tycoon), la simulación urbanística (Sim City) o la estrategia militar (acompañada de ciertos toques de management: Age of Empires, por ejemplo), Civilization ha tratado siempre de ofrecer una perspectiva lo más amplia posible y por eso ha tendido hacia la macrogestión: no es tarea de un Julio César o un Gengis Khan el andar ordenando a los campesinos que recojan madera o que siembren patatas. Lo que se espera de nosotros es que seamos capaces de guiar una civilización hasta convertirla en la más grande de todas las de su tiempo y esto lo podremos alcanzar en CivRev completando los requisitos de alguno de sus cuatro tipos de victoria: por dominación, cultural, económica o tecnológica.
Sea cual sea nuestra perversión megalomaníaca particular (desde bañarnos en la sangre de nuestros enemigos a restregarle a los vecinos toda la pasta que nos sobra), podremos llevarla a buen término si somos lo suficientemente inteligentes porque CivRev nos facilita la herramienta para conseguirlo: la servil obediencia de cualquiera de sus dieciséis civilizaciones (podemos encontrarnos desde los griegos de Alejandro Magno a la Alemania de Bismarck, pasando por la Rusia de Catalina la Grande o los españoles de Isabel la Católica –sic-) al completo a través de las cuatro épocas de su desarrollo -Antigua, Medieval, Industrial y Moderna-.
"Tiempo… el suficiente" - Roy Batty
Al comenzar una partida de CivRev nos encontraremos en mitad de un mar de bruma inexplorada, con la posibilidad de fundar (conviene que sea lo antes posible) una ciudad en un terreno que nos ofrezca un buen equilibrio de recursos. Gracias a éstos podremos conseguir que nuestra ciudad prospere y crezca, siendo así capaz de producir excedentes de población que nos lleven a fundar más ciudades en otras partes del mapa. Nuestras ciudades, que podremos intercomunicar mediante carreteras, se encargarán de construir los edificios o maravillas que les ordenemos mientras, además, se dedican a llenar nuestras arcas con oro o a investigar el potencial de nuevas tecnologías. Con el tiempo, se harán merecedoras de contar entre sus habitantes con grandes personajes (Platón, Edison o Shakespeare son sólo algunos) que nos proporcionarán mejoras y con construcciones que elevarán el espíritu de nuestros súbditos: teatros, universidades, bancos, puertos o catedrales serán indispensables para lograr la ansiada victoria cultural o para culminar con éxito la carrera espacial que nos hará merecedores de una victoria tecnológica.
En seguida podremos experimentar cuál ha sido el cambio sustancial que CivRev ha supuesto con respecto a sus hermanos de PC: una reorientación del ritmo de juego, muy rápido para tratarse de estrategia por turnos. Tan veloz, de hecho, que hace poco probable que el jugador abandone una partida a medias, de modo que se acabaron las interminables sesiones que se alargan durante días o semanas mientras los cartones de pizza y las tazas con restos de café solo se apilan en la esquina. No se trata en esta ocasión del detalle, sino del esquema y no se trata de la meditación profunda, sino de la agilidad y la inteligencia aplicada. De esta manera, especialmente en los niveles de dificultad más altos, se premia la capacidad de análisis y la claridad de ideas en la ejecución de una estrategia definida: analizar la situación y las posibilidades que nuestras ciudades nos ofrecen y elegir el tipo de victoria que nos resulte más favorable, orientando todos los esfuerzos a conseguirla en la menor cantidad de turnos posible.
Y es que el tiempo es la medida de todas las cosas en CivRev. La moneda básica del juego no es el oro, sino el tiempo bajo la forma de turno. Construir edificios, fortificar ciudades, formar unidades militares y desplazarlas, investigar nuevas tecnologías… todo ello consume turnos y cuanto mejor consigamos optimizar las capacidades de nuestras ciudades, menos turnos necesitarán para llevar a cabo las tareas que les encomendemos y más cerca estaremos de obtener la victoria. El oro es, como en la vida real, apenas un lubricante eficaz: incluso la victoria económica la conseguiremos sólo después de construir una Maravilla que desbloquearemos luego de haber llenado nuestras reservas por encima de un mínimo.