Split/Second
Explosiones, imprevistos y velocidad.
Split/Second parece sólo un juego de carreras, pero no lo es; Split/Second es, en realidad, un videojuego sobre un reality show: un productor televisivo multimillonario ha creado una auténtica ciudad despoblada en la que hacer carreras urbanas. Los participantes, al arriesgar y cometer todo tipo de temeridades, van ganado puntos y esos puntos les permiten activar las cargas explosivas que están repartidas por el entorno para entorpecer a sus rivales o para alterar el recorrido de la carrera. Así, durante una temporada completa, los pilotos más aguerridos competirán por las mejores posiciones y por lograr el trofeo y la popularidad ante el público.
En el nuevo título de Black Rock Studios no hay lugar para la duda, y a eso se refiere el rótulo del juego: ante las explosiones y los imprevistos hay que reaccionar en una fracción de segundo. Alguien ha hecho volar un edificio entero a mi paso: ¿sigo o salgo? ¿Esquivo por la derecha o por la izquierda? El rival que llevo delante ha abierto un atajo que se va a cerrar tras él: ¿me da tiempo a llegar o me estamparé cuando el acceso se cierre? Decisiones, decisiones... Ahí es donde se mide la calidad del jugador en Split/Second. Su inmediatez arcade ha sido voluntariamente buscada y premeditadamente cultivada; el productor del juego, Jay Green, nos comenta: "Teníamos dos máximas en el estudio al hacer el juego. La primera era mantenerlo todo simple y directo. La segunda, que cada vuelta fuese siempre diferente".
Por lo que nos mostraron del juego, ambas prescripciones se han mantenido a rajatabla. Con respecto a la primera, en Split/Second el realismo brilla por su ausencia: nada de daños progresivos en los coches. Esto es un arcade y nadie quiere un coche renqueando por medio de la pista, así que es mejor estallar en mil pedazos y reaparecer en la carrera lo antes posible. El sistema de conducción es muy exagerado, con derrapes imposibles a altísimas velocidades. Las sensaciones se agolpan entre los empujones de los contrarios, las explosiones constantes, las llamaradas, los escenarios derrumbándose, las ondas expansivas de las detonaciones, el sorteo de obstáculos. Es un juego ciertamente alocado y que requiere destreza.
Tampoco faltan condiciones para que cada vuelta sea siempre diferente: si se consigue acumular los puntos suficientes no sólo se podrá hacer estallar partes del escenario para perjudicar a los rivales, sino que se podrán llevar a cabo demoliciones masivas que alterarán el recorrido del circuito. Así se descubren partes ocultas de los escenarios, como secciones subterráneas, recorridos alternativos... Lo que antes eran rectas ahora son chicanes salpicadas de restos humeantes; lo que antes era un solar ahora es un sótano de un garaje; lo que antes era una pista de aceleración ahora es una carrera de saltos desesperados entre las azoteas de los edificios.