Star Ocean: The Last Hope International
Ese rol japo que tanto nos mola.
Como vemos, esto de las exclusivas en la actual generación es poco menos que un ejercicio de lealtad relativa. Primero, porque los costes de producción son tan exagerados que, salvo en casos contados de estudios internos, no sale a cuenta. Segundo, y esto va mucho más en relación al caso que nos ocupa, hay géneros que piden a gritos (porque lo necesitan, fundamentalmente) llegar al mayor número posible de audiencia. Y tercero, que esto de la lealtad es tan absurdo y estúpido que al final acaba cayendo por su propio peso.
Así, prácticamente un año después de su lanzamiento en Japón para Xbox 360, llega la versión internacional de Star Ocean The Last Hope a PlayStation 3. Como en su momento no tuvimos oportunidad de analizar el título original y además no cabe ninguna duda que es uno de los mejores JRPG de los últimos años, bienvenida sea esta segunda oportunidad.Tiene bemoles que además mantenga el tipo a un excelente nivel sin aportar prácticamente NADA que no hayamos visto desde hace una década (o más).
Se hace obligado explicar que es la cuarta entrega de una franquicia muy exitosa que comenzó en 1996 para Super Nintendo en tierras niponas (del que existe un remake para PSP absolutamente recomendable) a la que le siguieron irregulares secuelas en PsOne y PS2 (Till the End of Time, pese a momentos cumbre notables, en líneas generales tiende al tostonazo padre). La historia de Last Hope es anterior a todos los hechos narrados en estos capítulos, lo que la convierte en una experiencia más interesante al funcionar como cosmogonía de la saga sin necesidad de haber seguido el resto de líneas argumentales desarrolladas en el futuro. Guarda bastantes guiños, eso sí, para el muy fan, pero sobre todo conserva intacta la esencia hi-tech espacial que sus desarrolladores Tri-Ace han venido forjando todos estos años en su nada disimulado homenaje a Star Trek. A la japonesa, claro. A la MUY japonesa.
Pero ojo, estén atentos los escépticos del JRPG, porque tal vez... tal vez esta sea la ocasión idónea para quitarse prejuicios de encima y saborear lo mucho que el género en bruto puede ofrecer como estimulante experiencia de juego.
Lo que encontramos aquí es el refinamiento habitual de mecánicas ultrasobadas, tal como sucede con Bayonetta o Modern Warfare, que por obra y gracia de las nuevas tecnologías son capaces de fingir ser un juego completamente nuevo y tenerte enganchado a la tele durante horas, igualito que los sobrinitos con Pocoyó. Lo hace porque el chorreo gráfico de escenarios y personajes cautiva. Esas breves cinemáticas de rubios molones, comandantes macizorras y bebés resabiados tras cada victoria; esos parajes tan de selva-fire&ice-enterprise; ¡esos fogonazos estelares tras cruzar el océano de estrellas a la búsqueda de nuevos planetas!
El HD le sienta especialmente bien, para qué nos vamos a engañar. Y aunque el punto de fuga sea siempre el mismo que ya conocemos, gracias a las nuevas capturas de movimiento, renderizado y cargadísimas texturas, ciertos fallos se convierten en mérito. Ahí tenemos un velado tributo a la técnica supermarionation (por supuesto, nos referimos a los Thunderbirds de Gerry Anderson) aplicado sin el más mínimo conocimiento de causa. Sí, es un error de diseño por pretender el hiperrealismo en bocetos de puro manga lollypopero, ¡pero queda estupendamente!
La historia, de ritmo lento y no tan previsible a pesar del arranque (viaje iniciático en grupo, más menos), se recrea en clichés directamente sacados de la space opera nipona más convencional como Gundam o Macross, pero al igual que éstas y gracias a la buena caracterización de personajes (sencillos pero no planos) conforma lo que sería el equivalente a un entretenido y añejo relato de aventuras pulp al ralentí.