Star Wars Battlefront: Elite Squadron
Más frío que Hoth.
Lucasarts, dentro de esa espiral de mediocridad y autocomplacencia que ha seguido durante los últimos años, abusando hasta el hastío de las adaptaciones basadas en Star Wars, tuvo un pequeño acierto con la saga Battlefront. Su mal disimulada imitación del modelo Battlefield de DICE/EA supuso un soplo de aire fresco en una franquicia plagada de títulos de calidad más que discutible. Las batallas a pie y en vehículos se adaptaban como un guante al universo creado por George Lucas, y nos llegaron a hacer pensar que, quizás, la redención era posible. Pero Elite Squadron, su última entrega, nos devuelve a la cruda realidad de los títulos derivativos cuyo único fin es seguir exprimiendo el bolsillo de los fans.
El plato principal del modo individual es la Campaña, en la que tomamos el control de un clon al servicio del Imperio llamado X2, cuya misión es capturar a los Jedi. Al principio estará acompañado por su hermano, X1, pero más adelante se pasará al bando rebelde cuando descubra que sus acciones no son tan buenas como pensaba. Lo de siempre, vamos. La aventura nos llevará por once de los planetas más conocidos del universo Star Wars (Tatooine, Coruscant, Yavin o Hoth, por ejemplo), pero tampoco esperéis ninguna maravilla de la narrativa: el argumento no deja de ser una excusa como cualquier otra para llevarnos por enésima vez a algunas de las batallas que ya hemos visto miles de veces en las películas u otros juegos de la franquicia.
Batallas, que por cierto, al principio pueden ser entretenidas pero luego aburren y resultan repetitivas, pese a la introducción de ciertas novedades. La más importante (y heredera del Battlefront III que estaba desarrollando Free Radical antes de su cierre) es que ahora se desarrollan de forma dinámica entre los planetas y el espacio, pero a efectos prácticos tampoco ayuda a dotar al juego de más variedad. Y pese a la generosa selección de vehículos (X-Wings, AT-ATs, transportes imperiales o Tie Fighters) las misiones siempre consisten en lo mismo, con lo cual a la que hayamos jugado dos o tres ya habremos visto todo lo que la Campaña tiene que ofrecer.
La gran novedad, sin embargo, es el modo Conquista Galáctica, que añade un toque de estrategia por turnos a un juego eminentemente arcade. Al principio de cada turno se usan los créditos conseguidos a lo largo de la partida para adquirir nuevas unidades y mejoras, y se escoge si atacar un planeta del enemigo, conquistar uno neutral o mandar más defensas a uno que esté bajo nuestro mando. La Conquista Galáctica puede ser jugada por dos personas a la vez (en una misma consola) y ofrece seis sistemas planetarios a conquistar, cada uno de ellos con sus facciones y batallas características. Y si bien la implementación de este modo no es perfecta, si demuestra ser el paso a seguir para futuras entregas de la saga Battlefront.