Wheelman
!Qué pasa neeeeeeeng!
En su voluntad de parecerse a los juegos de acción clásicos también hay momentos en los que hemos hemos de bajar del coche para resolver los problemas a balazos. Lamentablemente estas secciones son las peores del juego con mucha diferencia, ya que se acaban convirtiendo en tiroteos aburridos y muy fáciles, que más que aportar variedad le quitan ritmo al juego. Suerte que tampoco son muy numerosos.
"En algún lugar de Barcelona"
Retomando el hilo inicial, una de las particularidades de Wheelman y, al mismo tiempo, el elemento sobre el que casi todo el mundo ha prestado mayor atención (al menos aquí) es por su escenario situado en la ciudad de Barcelona. Hay que decir que en un primer momento resulta bastante decepcionante que los creadores del juego no hayan respetado demasiado el mapa de la ciudad y se hayan limitado a reproducir únicamente una veintena de lugares o monumentos famosos (muy fielmente, eso sí). Como muchos barceloneses, yo mismo me llevé una pequeña desilusión al ver que mi calle ni tan siquiera aparecía en el juego.
De todas maneras, pasado este primer chasco es fácil pasar por alto el hecho de que sea un réplica desordenada de la ciudad real. Podríamos decir que Barcelona ha sido modelada a medida para convertirla en un gran circuito de carreras donde los edificios no pudieran representar un obstáculo para la velocidad y la locura. De lo que no se libra la ciudad es de los tópicos. Y es que como ya dijimos en nuestro reportaje sobre los videojuegos ambientados en la ciudad condal, aunque se nota que han querido currárselo (con logotipos idénticos, el mobiliario, las palomas donde tienen que estar, gente hablando en catalán, etc.) los tópicos sobre la ciudad turística y de postal vuelven a ser una constante.
A nivel gráfico se trata de un título correcto que como hemos dicho destaca por la suavidad con la que se mueven todos los elementos. Sí que deberían haber puesto algo más de cariño en los detalles, puesto que si salimos de los emplazamientos importantes casi toda la ciudad nos parecerá demasiado igual. La estética es muy colorista y la iluminación muy viva con esos cielos azules a lo OutRun no paran de recordarnos que estamos ante un divertimento arcade.
Asimismo, pequeña mención para la música, un aspecto poco valorado de este juego pero que cumple a la perfección con su cometido de alimentar el “subidón” de las persecuciones, los robos y las escenas de acción.
En conclusión, a Wheelman le ha salvado el hecho de que ninguno de sus múltiples errores ha conseguido penetrar en el núcleo de su jugabilidad, y por tanto de la diversión. Es un juego absolutamente directo, como se encuentran pocos en esta generación. Si conseguimos pasar por alto su absurdo argumento nos queda un título frenético en el que conducir haciendo todo tipo de locuras por Barcelona es una auténtica delicia. De acuerdo, en ocasiones es gallito como aquel “neng de Castefa” y garrulo como los personajes que a veces interpreta Vin Diesel en sus películas, pero tiene la frescura de un buen juego arcade, y eso es algo a lo que pocos pueden aspirar.