Skip to main content

PS2: 10 años, 10 juegos

Estos son nuestros imprescindibles.

Metal Gear Solid 3: Snake Eater

por José Luís Ortega

Es inevitable durante muchos intervalos de la vida mirar al pasado para recordar tiempos mejores o, simplemente para comprender algo mejor el devenir futuro. A algo similar nos instó Hideo Kojima en Metal Gear Solid 3: Snake Eater en el que posiblemente sea el título más completo de la saga.

Porque lo tiene prácticamente todo. Una ambientación sublime, una banda sonora majestuosa, personajes con carisma y un guión simplemente espectacular. Es inevitable hacer mención a la relación entre Snake y The Boss, que puede pecar de pretenciosa, pero a más de uno se nos saltaron las lágrimas en la escena final del juego, con la melodía "Debriefing" sonando de fondo.

Y es que hay pocos títulos que tengan tanta facilidad para inmiscuir al jugador, haciéndole sentir el daño del personaje como propio. Y esa es la diferencia entre ser un juego más o hablar de una obra maestra.

Precisamente por mirar al pasado, la resolución de la saga en su capítulo final tiene sentido. Metal Gear Solid 3: Snake Eater es la estructura principal sobre la que se sujeta toda una saga. Algo que demuestra que rememorar el pasado, pese a que pueda doler, es necesario.

Okami

por Pep Sànchez

Sí, el calificativo de obra maestra se usa demasiado y todos nosotros tenemos la culpa. Sin embargo, se me ocurren pocos juegos que lo merezcan más que este; Kamiya, Inaba y demás genios de Clover Studio nos dejaron con Okami material para ir estudiando durante un montón de clases.

Desde algo tan evidente como poner lo visual por encima de lo puramente gráfico hasta cosas tan poco valoradas como la copia bien entendida. Coger todo lo bueno de un mito como la saga Zelda y meterlo en tu universo sin que este pierda un ápice de magia o personalidad tiene pinta de ser complicado. Mantener cada elemento de diseño al nivel necesario para lograr las comparaciones no sean odiosas, más.

Lo mismo con implementar de forma magnífica mecánicas novedosas como el pincel celestial o conseguir no sólo que la gente recuerde durante años a tus simpáticos personajes, sino que los luzcan en su avatar.

Por desgracia, Okami será también recordado como enésima prueba de lo atontado que está el gran público y de lo poco que valoran el talento las grandes compañías. Que se jodan; el tiempo le ha dado la razón a un título que sigue siendo más bonito que la inmensa mayoría de los que han llegado después. Y también mejor juego, claro.